jueves, 23 de abril de 2020

Escrito durante el coronavirus 39

Este año será el año de las cosas que no hicimos. Cuando sea un recuerdo y ya le hayamos puesto nombre (¿El año del coronavirus? ¿El año de la pandemia? ¿El año del confinamiento? Supongo que no diremos el año de la COVID-19), contaremos que este año no pudimos hacer esto, o que no hicimos lo otro, y explicaremos cómo hubieran sido las cosas que no hicimos y cómo fueron las que tuvimos que hacer en su lugar.

Hoy, Día del Libro, los libreros hubieran sacado los libros a la calle. Yo hubiera ido a Tudela, donde la librería Libros a la Taza hubiera montado en la Plaza de los Fueros, el tiempo hubiera acompañado con una máxima de 20 grados de temperatura y sin lluvia, unas mesas para que unos cuantos escritores navarros firmáramos nuestras obras, y yo estaría promocionando Hemingway en los sanfermines. El acto se habría incluido en el programa del mes de la verdura que estaría celebrando la ciudad, así que supongo que hubiera comido o cenado en buena compañía algún plato de la estupenda verdura que cultivan por allí. En lugar de eso, celebramos la fiesta de los libros en casa, a través de las redes sociales.

Si este fuera un año normal, las editoriales estarían lanzando los libros que habían previsto para la primavera, algunos colegas estarían haciendo las correspondientes presentaciones en los sitios de costumbre, y yo estaría asistiendo a algunas de ellas y después nos iríamos a echar unas cañas y a seguir hablando de libros o de lo que se terciara. Estaríamos preparando ya la Feria del Libro para finales de mayo, donde volveríamos a presentar las novedades de estos últimos meses, firmaríamos libros y trataríamos de convencer a los lectores de que los compraran e, incluso, los leyeran. En lugar de eso, las editoriales han paralizado o aplazado la publicación de muchos de los libros que tenían previstos, los escritores nos tememos que publicar en un futuro próximo vaya a ser todavía mucho más difícil de lo que ya era, las presentaciones de nuevos libros se están haciendo por internet y las ferias del libro se han aplazado a otoño, en el mejor de los casos, o quizás no se lleguen a celebrar este año. Se está leyendo más, porque la gente está en casa y tiene más tiempo para leer, pero es dudoso que se estén comprando más libros, los aficionados a la lectura estamos dando cuenta de esa pila de libros pendientes que tenemos en casa, algunos con polvo de años. También resulta incierto que se vayan a vender muchos libros cuando, al fin, salgamos a la calle y reabran las librerías, porque estaremos inmersos en una nueva crisis económica donde las prioridades de gasto serán otras.

Si no fuera este año, el Ayuntamiento de Pamplona no hubiera anunciado anteayer que no habrá sanfermines, y no me hubieran llamado unos cuantos periodistas para preguntarme por otras ocasiones en que se suspendieron las fiestas, y yo no me sabría con detalle cuántas veces se suspendieron por guerras y que nunca se había suspendido por epidemias, porque no me hubiera molestado en buscar los datos hace unos días para consignarlos en este blog, y no hubiera salido en Navarra TV a través de Skype en el cuarto de estar de mi casa explicándolo. Si fuera un año normal, no estaría pensando en que, en cuanto reabran los restaurantes, tengo que llamar a El Burladero, donde desde el 6 de julio pasado tengo hecha la reserva para almorzar el próximo día 6 de julio, para decirles que hagan el favor de pasar la reserva al 6 de julio de 2021.

En fin, que, incluso en este año raro, feliz Día del Libro.

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