sábado, 8 de diciembre de 2018

Reinventando a Hemingway


Por tercer año consecutivo el Ayuntamiento de Pamplona nos obsequia en diciembre con un ciclo de actividades reunidas bajo el título de “Recuperando a Hemingway” y que incluye una exposición en el cuarto de estar de la ciudad, en la plaza del Castillo. Estimable iniciativa de la cual discrepo en el nombre. Debiera titularse como este artículo, reinventando a Hemingway, ya que de eso se trata, no de leerle ni conocerle sino de inventarse un nuevo Hemingway más adaptado a los tiempos.

El año pasado el ciclo se centró en presentar “la privilegiada posición que tuvo Pamplona entre las personas y artistas que marcaron la revolución cultural europea en los años 1920-1930”, en descubrir “cómo Hemingway, en definitiva, situó a la ciudad en el eje cultural de Europa, una posición que se truncaría con la Guerra Civil”. Este año el propósito era mostrar la cantidad de los importantes actores, actrices, guionistas y directores de Hollywood que pasaron por Pamplona desde 1924 hasta la década de los 80, cómo nuestra pequeña ciudad de provincias “entraba en el casi recién creado mundo del cine de la mano de Ernest Hemingway” y “estuvo de moda” en el cine americano. No habíamos sospechado que Pamplona fuese tan importante.

En ambas ediciones se ha citado una larga relación de insignes personajes que acudieron a Pamplona o a conocer los sanfermines llamados por la fama proporcionada por Hemingway. Hemos de obviar el pequeño detalle de que muchos de ellos jamás vinieron a Pamplona. Hace tiempo que, en estas mismas páginas, he aportado las pruebas de que Gertrude Stein, Man Ray, Scott Fitzgerald, Cole Porter, Picasso, DorothyParker, Luis Quintanilla, Ava Gardner o Lauren Bacall no estuvieron nunca. Pese a ello he propuesto que, igualmente, se les incluya en un futuro paseo de la fama de visitantes ilustres que podría ubicarse a lo largo de la avenida Carlos III. Cuando la leyenda es más rentable que la realidad, como se decía en El hombre que mató a Liberty Valance, hay que imprimir la leyenda. Este año los responsables de “Recuperando a Hemingway” vuelven a incluir entre las estrellas que nos visitaron a Man Ray, Cole Porter, Ava Gardner (con la impagable leyenda de que en 1959 entró al hotel Yoldi buscando desesperadamente a Luis Miguel Dominguín, pese a que este no volvió a torear en Pamplona después de 1952) o Lauren Bacall (ilustrando su supuesta visita con una foto tomada en junio de 1959 en el aeropuerto de Málaga). Añaden nombres nuevos como Archibald MacLeish (que no estuvo con Hemingway viendo toros en Pamplona en 1924, sino en Zaragoza en 1926) o Gary Cooper (a este solo en el texto de la presentación del ciclo, no se le menciona en la exposición), que también resulta más que dudoso que nos visitara. Pero, sin duda, todos esos nombres dan mucho brillo a nuestras fiestas y lo darían también a nuestro paseo de la fama.

En todo caso, con esta anual cita cultural se persigue un loable propósito, crear nuevas leyendas sobre Hemingway con las que sustituir a las leyendas anteriores, que se han quedado obsoletas. El escritor ha prestado inestimables servicios a Pamplona y a sus fiestas, pero se trata de un personaje que necesita renovación, su imagen empieza a resultar incómoda y políticamente incorrecta para estos tiempos. Un sujeto aficionado a los toros y amigo de toreros, boxeador amateur, que además pescaba atunes en el Caribe y cazaba leones, búfalos y antílopes en África, que bebía como un cosaco y se vanagloriaba de que, tras entrar en París en 1944 al frente de las tropas aliadas, se había dirigido a liberar el bar del hotel Ritz, sospechoso de antisemitismo, mujeriego empedernido que periódicamente cambiaba de esposa y que tuvo la desfachatez de escribir que los sanfermines no eran un lugar adecuado para llevar a la propia mujer porque se convertía en una molestia; en suma, un tipo empeñado en ejercer toda la vida de macho alfa. Igual que la propaganda político-turística del franquismo tuvo que maquillar el pasado republicano de Hemingway, soslayar la censura y prohibición a que había sometido sus obras y presentarlo como un sincero admirador de España, de los toros, del sol, del vino y del flamenco que no se metía en política (que alabase la revolución cubana y se fotografiase haciendo buenas migas con Fidel Castro fue una pequeña molestia perfectamente subsanable), hoy es preciso disimular que Hemingway, que nunca pisó la universidad y que no frecuentó círculos intelectuales ni literarios, venía a Pamplona principalmente a ver toros, a comer y a beber (igual que sus amigos, los que de verdad vinieron con él a los sanfermines, aunque casi ninguno repitió pese a escribir que se lo habían pasado en grande bebiendo y bailando con unos rústicos montañeses ataviados con boinas y ristras de ajos al cuello). No, la misión cultural de poner a Pamplona en el centro de las vanguardias artísticas europeas de este nuevo Hemingway, mejor adaptado a un tiempo postaurino y pospatriarcal, resulta mucho más adecuada para la promoción de nuestra ciudad en el mercado del turismo de calidad, superando el de sol y playa o toros y botellón. Que Hemingway despreciara a Hollywood, que nunca le gustaran las películas que se hacían sobre sus libros y rabiara por haber enajenado sus derechos y que tuviera sonados desencuentros con gente como Orson Welles, David O. Selznick o Darryl F. Zanuck, no es óbice para no tenerlo por un imán de estrellas del séptimo arte hacia nuestra ciudad. El fin justifica que nos tomemos algunas libertades con los datos.

En fin, larga vida a este ciclo para reinventar a Hemingway. La verdad os hará libres, pero la leyenda os hará más felices.

                                                       Publicado en Diario de Noticias de 8 de diciembre de 2018

lunes, 29 de octubre de 2018

Encierro de 1925

Una fotografía del encierro nada conocida, distribuida por la agencia Wide World y publicada en el Chicago Sunday Tribune el 23 de agosto de 1925. Hemingway todavía no había escrito Fiesta pero, contrariamente a lo que se suele creer, los sanfermines ya eran conocidos por el mundo.


miércoles, 18 de julio de 2018

Curiosa constante histórica de la monarquía española



Desde hace más de dos siglos todos los reyes de España han vivido en el exilio. Unos antes de ser coronados, otros después de reinar. Pero todos, absolutamente todos, hicieron las maletas para ir o para volver. Veamos.

Carlos III (1759-1788) fue el último rey de España que no conoció el exilio. Sí que vivió una temporada fuera, pero fue voluntariamente como rey de Nápoles y Sicilia.
   

Carlos IV (1788-1808) se exilió después de abdicar dos veces en su hijo Fernando VII, primero a consecuencia del Motín de Aranjuez y luego coaccionado por Napoleón. Vivió en Francia y en Italia, donde murió en 1819.




José I (1808-1813), nombrado rey de España por Napoleón, tras obligar a Carlos IV y Fernando VII a abdicar sus derechos en él, salió huyendo tras la derrota de las tropas francesas en Vitoria ante Wellington y se estableció en Francia. Tras la caída de Napoleón, en 1815 se estableció en Estados Unidos, en 1839 regresó a Europa y vivió en Inglaterra e Italia, donde murió en 1844.
 


  
Fernando VII (1808-1833) estuvo preso en Valençay entre 1808 y 1814, después de ser obligado por Napoleón a abdicar a su favor.

Isabel II (1833-1868) fue destronada por la Revolución Gloriosa de 1868 y fijó su residencia en París, donde falleció en 1904. En 1870 abdicó en su hijo Alfonso.

Amadeo I (1871-1873), elegido por las Cortes como monarca constitucional, abdicó a los dos años de reinado harto del país. Tomó un tren a Lisboa y allí se embarcó para volver a Italia. La Asamblea Nacional proclamó la I República.

Alfonso XII (1874-1885) acompañó a su madre, Isabel II, al exilio en Francia tras la Revolución de 1868. Hizo estudios en Ginebra, Viena y Sandhurts. Regresó desde esta localidad inglesa a Madrid tras ser proclamado rey por el general Martínez Campos en Sagunto.

Alfonso XIII (1886-1931), tras la proclamación de la II República, pasó por Francia antes de fijar su residencia en Roma, donde murió en 1941.

Juan Carlos I (1975-2014), nació en 1938 en Roma, donde estaba exiliada su familia. Residió luego en Lausana, antes de establecerse en Madrid, a los diez años de edad, para ser educado como futuro rey de España merced al acuerdo cerrado por su padre con Franco. Pasó también algunas temporadas en Estoril, Portugal, donde se habían establecido sus padres. En 1969 fue designado por Franco como su sucesor.




Así que la duda es si Felipe VI también se verá sometido a esta constante, o logrará romperla después de dos siglos…

domingo, 15 de julio de 2018

Gente que no vino a sanfermines HARPO MARX

Algunos miembros de la Mesa Redonda del Algonquin, Art Samuals, Charles MacArthur, Harpo Marx, Dorothy Parker y Alexander Woollcott.



Adolph Marx, luego cambió su nombre por Arthur (se dice que para que no sonara tan alemán durante la I Guerra Mundial, pero lo hizo ya en 1911 porque no le gustaba), es más conocido como Harpo. Fue un actor y músico nacido en Nueva York, en una familia judía de origen alemán, y famoso principalmente como el mudo de los Hermanos Marx. Mudo solo en escena, fuera de ella tenía fama de hablador, y solo en escena lucía su ensortijada melena rubia, en realidad era calvo. Fue el segundo en edad después de Leonard (Chico), seguido por Julius (Groucho), Milton (Gummo) y Herbert (Zeppo). Su madre, Minnie Marx, que fue la impulsora de la carrera artística de sus hijos, le hizo estudiar piano y harpa. Junto con sus hermanos, comenzó actuando en vodeviles y luego dieron el salto al cine. Pese a no tener estudios, Harpo se codeó con los nombres más insignes de la cultura norteamericana de su época y fue uno de los miembros de la Mesa Redonda del Algonquin (él decía modestamente que se limitaba a escuchar). En 1933 fue el primer artista norteamericano en actuar en la URSS tras establecerse relaciones diplomáticas. Publicó artículos en la prensa y en sus últimos años escribió sus memorias, Harpo Speaks! (¡Harpo habla!). También escribió, con Salvador Dalí, el guion de una película titulada inicialmente Jirafas en ensalada de lomos de caballo y, luego, La mujer surrealista, pero no consiguieron convencer a ningún productor de Hollywood para rodarla.

Que se sepa, Harpo nunca estuvo en Pamplona ni en los sanfermines, lo cual es una lástima, pero sabemos que en alguna ocasión mostró interés por venir a conocer nuestras fiestas. Amanda Vaill cuenta en Everybody was so young: Gerald and Sara Murphy: a Lost Generation Love Story que en 1927, de visita en la casa de sus amigos los Murphy en Antibes, Harpo les preguntó cómo organizar un viaje a Pamplona. Honoria Murphy Donnelly (Sara & Gerald: Villa America and after) añade que su padre escribió en junio en una postal a Hemingway que Harpo Marx quería ir a Pamplona. Los Murphy habían acompañado a su amigo Ernest Hemingway a los sanfermines de 1926. No hay datos de que Hemingway y Harpo fueran amigos, pero otros amigos comunes o habituales en Antibes también habían estado en Pamplona, como John Dos Passos, Robert McAlmon y Donald Ogden Stewart. Todavía era reciente la publicación de The Sun Also Rises (Fiesta), donde se plasmaban las experiencias de Hemingway en los sanfermines, por lo cual sin duda sería un tema habitual de conversación en aquellos ambientes. El plan de viajar a Pamplona posiblemente se pusiera de moda entre los círculos artísticos que frecuentaban a los Murphy, aunque finalmente fueran pocos quienes llegaran a realizarlo y ninguno se enganchó como Hemingway, repitiendo la visita año tras año. La intención de Harpo no debió de durar mucho, ya que ni siquiera menciona el asunto en sus memorias.

Si Harpo o sus hermanos hubieran venido a Pamplona en aquella época habrían pasado desapercibidos por completo, no eran conocidos fuera de Estados Unidos. Aunque empezaban a ser populares en su país ya que llevaban años actuando en teatros, todavía no habían rodado ninguna película. No serían reclamados por la Paramount Pictures hasta que llegó el cine sonoro y se pudieron llevar a la pantalla algunas de las comedias musicales que habían representado anteriormente en Broadway. Su primer film fue The Cocoanuts (Los cuatro cocos), en 1929. Probablemente tardarían un tiempo en hacerse famosos en Pamplona, que por aquel entonces solo tenía un cine, el Coliseo Olimpia, aunque también se proyectaban películas en el Teatro Gayarre y en el frontón Euskal-Jai. El cine sonoro no llegó a Pamplona hasta 1930, no he encontrado noticias sobre cuándo se estrenó la primera película de los Hermanos Marx. Así que allá por 1927 y en los años inmediatos los Hermanos Marx hubieran podido conocer los sanfermines sin el peso de la fama, como le sucedía a Hemingway en sus visitas de los años veinte, en que era un escritor desconocido en España. Otra cosa fue en sus últimas visitas de los años cincuenta, sobre todo en 1959, cuando estaba ya laureado con el Nobel de Literatura, la gente le atosigaba y le hacía enfadar.

En fin, la idea de los Hermanos Marx en los sanfermines resulta tan divertida que vengo intentando desde hace años difundirla como leyenda, de momento con tan escaso éxito que ni siquiera se recogió en la exposición “Recuperando a Hemingway”.


Publicado en Diario de Noticias de 15 de julio de 2018



sábado, 14 de julio de 2018

Gente que no vino a sanfermines LAUREN BACALL

Slim Hayward, Ernest Hemingway y Lauren Bacall

Una de las personas que se cita de vez en cuando como ilustre visitante de los sanfermines es la actriz neoyorquina Lauren Bacall. Se suele afirmar que en 1959, hacía dos años que se había quedado viuda de Humphrey Bogart, acompañó a Hemingway en las últimos fiestas que visitó junto a una amplia “cuadrilla” (así la llamaba él, en castellano). La revista taurina Aplausos escribía a la muerte de la actriz, en agosto de 2014: “La primera vez que se le pudo ver en una plaza de toros fue en su viaje a España en 1959, concretamente el 10 de mayo en Las Ventas. Presenció una novillada en la que torearon Tomás Sánchez Jiménez, Emilio Redondo y Antonio Cobo. No fue la única vez que ocupó la barrera de una plaza de toros. Ese mismo año, junto a su amigo Ernest Hemingway, que se encontraba en España preparando 'Verano sangriento', viajó por varios cosos de España y Francia. Se le pudo ver, por ejemplo, en Pamplona disfrutando de los Sanfermines, o en las Corridas Generales de Bilbao”.

Hay muchos testimonios directos de aquella última y multitudinaria visita de Hemingway a Pamplona, pero solo en uno he encontrado referencia a que estuviera la actriz. En Correr con los toros. Mis años con los Hemingway, Valerie Hemingway (nacida Danby-Smith), secretaria del escritor y luego esposa de su hijo menor, cuenta que Lauren Bacall apareció en Pamplona lo que, después de unos días de frenesí, ayudó a Hemingway a recuperar la calma. Dice que conserva una fotografía donde ambos aparecen bebiendo y hablando en una terraza; probablemente es la que muestra la web de la Biblioteca Presidencial de John F. Kennedy, que custodia el archivo del escritor, con fecha del verano de 1959 y como lugar “probably in Pamplona” (núm. EH4485P). Pero es más que posible que Valerie Hemingway se confunda. Hay otra fotografía en la misma biblioteca (núm. EH4474P), tomada con pocos instantes de diferencia, en la que con Hemingway y Bacall está su común amiga Slim Hayward. No parece Pamplona, es más factible que sea Málaga, como se afirma en Slim: Memories of a Rich and Imperfect Life, que la reproduce, en particular es reconocible la antigua terminal del aeropuerto de Málaga, hoy museo aeronáutico, a poca distancia de La Cónsula, la finca de Nathan y Annie Davis, amigos de Hemingway, que fue su centro de operaciones en la temporada taurina de 1959.

En su autobiografía, By Myself and Then Some, Lauren Bacall relata que ese año trabajaba en la película North West Frontier (La India en llamas), dirigida por J. Lee Thompson, con rodaje, entre otros países, en España. Tras filmar en la India llegó a Madrid, procedente de Londres, el 10 de mayo. La agencia Efe la fotografió en el aeropuerto de Barajas e informó que pasaría unos días en Madrid antes de ir a rodar a Granada. En esta ciudad también fue a los toros, era la feria del Corpus Christi, a final de mayo, y se encontró con Luis Miguel Dominguín, Peter Viertel (lo relata este en Dangerous Friends) y Slim Hayward. Cuenta Bacall que fue a Málaga con Slim que le iba a presentar a Hemingway, a quien deseaba conocer desde que había rodado Tener y no tener (donde conoció a Bogart e interpretó a una mujer llamada, precisamente, Slim). Según cuenta Bacall, Slim telefoneó a Hemingway para anunciar su llegada, aunque según las memorias de su esposa, Mary Welsh (How It Was), nada contenta con su aparición, se autoinvitó por telegrama desde Granada. Tras la visita a Málaga, Lauren Bacall continuó el rodaje en Granada y Slim Hayward regresó a Madrid. La actriz después volvió a su casa en Londres, le fotografían en el aeropuerto a su llegada el 17 de junio. Slim cuenta en sus memorias que ella, a la que acababa de dejar su marido, el productor Leland Hayward, sí fue a los sanfermines con un amigo español donde se encontró -y riñó- con Hemingway (lo confirma Aaron Hotchner en Papa Hemingway: The Ecstasy and Sorrow), y luego a Biarritz. La prensa fotografió a Bacall en el aeropuerto de Londres el 14 de julio saliendo de vacaciones con sus hijos hacia Biarritz, donde pasó todo el mes de agosto, y luego en Bayona, Dax y Bilbao en los toros, coincidiendo con Hemingway. Dicen las malas lenguas que la actriz seguía de plaza en plaza a Dominguín (que ese año no toreó en Pamplona), con quien tenía un affaire.

Todo indica, pues, que Lauren Bacall no estuvo en los sanfermines de 1959, fechas en que estaba de vuelta en Londres tras rodar en Granada, y tampoco hay noticias de que los visitase ningún otro año.

Publicado en Diario de Noticias de 14 de julio de 2018

Anexo gráfico

Aeropuerto de Málaga en los años 50



Actual Museo Aeronáutico del Aeropuerto de Málaga


viernes, 13 de julio de 2018

Gente que no vino a sanfermines LUIS QUINTANILLA

Luis Quintanilla en la cárcel Modelo de Madrid en 1934.

Luis Quintanilla fue un pintor nacido en Santander, en el seno de una familia acomodada. Comenzó estudios de arquitectura en Deusto y Madrid, que dejó por los de náutica en su ciudad natal; empezó a trabajar como marino y navegó por Europa y América, pero sus inquietudes artísticas le hicieron trasladarse a París en 1912, con apenas veinte años. Alquila un estudio en Montmartre y, para ganarse la vida mientras aprende a pintar, hace diversos trabajos, desde boxeador hasta profesor de español, y logra conocer a muchos pintores de la época: Gris, Degas, Modigliani, Chagall, Zuloaga. Al iniciarse la I Guerra Mundial está de viaje por Alemania y Austria, regresa a París y en 1915 vuelve a España. Se instala en Madrid, hace el servicio militar como delineante en la Brigada Topográfica, continúa su aprendizaje y se aficiona a los toros. Se especializó en la pintura mural, así como en el dibujo y en el repujado de cuero. En 1920 regresó a París y en los años siguientes hizo continuos viajes por España, Alemania, Italia, país este donde disfrutó de una beca de la Junta de Ampliación de Estudios, y Francia, donde pintó unos murales en el consulado español de Hendaya. A partir de 1929 reside en Madrid, milita en el PSOE y participa activamente en política, pasando una temporada por la cárcel en 1934. Durante la Guerra Civil combate en el ejército de la República y le encargan unos frescos para el pabellón de España en la Exposición Universal de Nueva York de 1939. Con la victoria del bando franquista el encargo se anula y los murales estuvieron perdidos hasta 1990, hoy están en el paraninfo de la Universidad de Cantabria. Quintanilla se exilió en Nueva York, donde pudo trabajar como pintor y como escenógrafo para Hollywood. Regresó a Francia en 1958 y a España en 1976, falleciendo en Madrid dos años más tarde. Escribió un libro de memorias, Pasatiempo. La vida de un pintor, que se publicó en 2004.

Quintanilla hizo amistad con Hemingway en París en 1922 y la mantuvieron toda la vida ya que coincidieron en diversas circunstancias, tanto en Francia como en España y en Estados Unidos. En la exposición “Recuperando a Hemingway” el panel dedicado a Quintanilla afirmaba que fue una de las primeras personas con las que Hemingway entabló relación en París y añadía: “Seguramente, el pintor santanderino fuera la primera persona que le habla profundamente de Pamplona y San Fermín”. En efecto, tanto en la biografía escrita por su hijo Paul Quintanilla (Waiting at the Shore: Art, Revolution, War, and Exile in the Life of the Spanish Artist Luis Quintanilla, 2014) como en el libro de su sobrino Joaquín Fernández-Quintanilla (Al final de la cabriola. Conversaciones con el pintor Luis Quintanilla, 2008), se cuenta que en París, visto su interés, habló a Hemingway de las corridas de toros y le aconsejó visitar Pamplona, donde podría, además, ver el encierro. Ese mismo panel decía también: “Una de las últimas visitas de Hemingway a París en 1960 la hizo junto a Luis Quintanilla, cerrando así un ciclo de arte, cultura y compromiso social generado en el París de los años 20”. El dato, recogido por el sobrino del propio Quintanilla, según el cual un año antes de su muerte estuvo con él en París, no es exacto. Hemingway no estuvo en París en 1960. Pasó la mayor parte del año en su casa de Cuba; en mayo coincidió con Fidel Castro en una competición de pesca; entre agosto y octubre estuvo en España, para completar sus datos para El verano sangriento (aunque su deteriorado estado de salud no le permitió apenas trabajar), y luego volvió a Estados Unidos donde estuvo intermitentemente hospitalizado hasta su muerte, en julio de 1961. En la biografía de Quintanilla se precisa que su última reunión tuvo lugar en el otoño de 1959, la última vez que Hemingway estuvo en París a la vuelta de su larga temporada taurina en España siguiendo a Ordóñez y Dominguín.

Tampoco es cierto, como afirmaba la nota municipal que presentaba la exposición, que Quintanilla fuese una de las personas que acudieran a Pamplona en los años veinte bajo la influencia de Hemingway. Ni en su autobiografía, en la que habla con detalle de las muchas ciudades que visitó, ni en su biografía, ni en sus conversaciones, se cuenta que estuviera nunca en Pamplona, ni hay dibujos o pinturas realizados en ella. Sin duda que, siendo santanderino y aficionado a los toros, habría oído hablar de los sanfermines, pero no hay la menor prueba de que los visitase.

Publicado en Diario de Noticias de 13 de julio de 2018

jueves, 12 de julio de 2018

Gente que no vino a sanfermines DOROTHY PARKER



Dorothy Parker, nacida Rothschild, con orígenes familiares judíos alemanes y escoceses, fue una prolífica autora neoyorquina que escribió poesía, cuentos, teatro, cine y crítica literaria. Trabajó en revistas como Vanity Fair, Vogue, The New Yorker o Esquire, y en películas como Ha nacido una estrella o Una mujer destruida, cuyos guiones fueron nominados al Oscar. Es sobre todo conocida, junto con su amigo el actor y humorista Robert Benchley, como animadora de la tertulia de escritores, actores y periodistas llamada la Mesa Redonda o el "círculo vicioso” del Algonquin, que se reunió en ese céntrico hotel de Manhattan de 1919 a 1929. Fue también ardiente activista política por los derechos civiles y contra el nazismo, lo que la llevó a ser investigada por el FBI como sospechosa de ser comunista y a aparecer en la Lista Negra de Hollywood durante el macartismo.

En la exposición “Recuperando a Hemingway” se le dedicó un panel en el que rezaba lo que sigue: “Amiga íntima de Ernest Hemingway, en el año 1926 realiza un viaje por Europa que le lleva a conocer París, Barcelona, Zaragoza, Pamplona y Hendaia. Quedó horrorizada por las corridas de toros”. Solo conozco una fuente que afirme que estuviera en Pamplona en 1926: “Hemingway’s Literary Sisters: The Autor through the Eyes of Women Writers”, de Rena Sanderson, incluido en Hemingway and Women: Female Critics and the Female Voice, recopilación editada por Lawrence R. Broer y Gloria Holland en 2002. Afirma que en su viaje a Europa de 1926 “pasó un tiempo en Villa America, la casa de los Murphy en Antibes, la Riviera francesa, pasó algún tiempo en los Alpes, y se unió a los Hemingway en España para ver correr a los toros en Pamplona” (traduzco del original).

Lo cierto es que ese supuesto paso por Pamplona no aparece acreditado en ninguna de sus biografías (Dorothy Parker: ¿Qué nuevo infierno será éste? y Bobbed Hair and Bathtub Gin: Writers Running Wild in the Twenties, de Marion Meade, o Dorothy Parker: la importancia de vivir, de John Keats), ni tampoco en las de Hemingway, ni en su correspondencia. Cuentan sus biógrafos que Dorothy Parker era admiradora de Hemingway tras leer uno de sus primeros libros y cuando, en febrero de 1926, supo que estaba haciendo una breve visita a Nueva York, hizo que les presentaran. Hicieron buenas migas y, oyéndole hablar de Europa y deseando huir de sus problemas personales (recientemente se había intentado suicidar), decidió tomar el mismo barco en el cual él regresaba poco después a Francia, acompañada por Benchley. De París Hemingway se fue a Austria, donde pasaban el invierno su mujer y su hijo y había quedado para esquiar con Dos Passos y los Murphy; Benchley regresó pronto a casa, mientras que Parker se quedó a conocer la ciudad. Allí se le reunieron Seward Collins, su novio por entonces (estaba separada de su marido, Edwin Parker), con sus amigos Gilbert y Alice Seldes, escritor norteamericano y su esposa de gira por Francia. Viajaron por el Midi, parece que visitaron a los Murphy en Antibes, y por España, conocieron Madrid, la Semana Santa de Sevilla y asistieron a una corrida de toros en Barcelona que horrorizó a Dorothy Parker. Cuando un toro embistió al caballo y le sacó los intestinos, salió corriendo de la plaza. De vuelta en París, en una carta fechada el 4 de mayo, Hemingway cuenta a Scott Fitzgerald que, “por supuesto”, Dorothy y sus amigos (que no le caían demasiado bien) “odiaban” España. El propio Hemingway viajó a Madrid para la feria de San Isidro a mediados de mayo, luego fue a Antibes, a Pamplona (pasó los sanfermines con su esposa, Hadley, con Pauline Pfeiffer, su amante y pronto su segunda esposa, y con Gerald y Sara Murphy) y a Valencia, mientras que Dorothy Parker seguía en París, sola después de romper con Collins. En esa ciudad pasó la mayor parte del tiempo hasta noviembre, en que regresó a Nueva York. Volvió a Europa en 1929-1930, estuvo con los Murphy en Francia y Suiza (véase Everybody Was So Young: Gerald and Sara Murphy, A Lost Generation Love Story, de Amanda Vaill), pero no regresó a España hasta 1937 con su segundo marido, Alan Campbell, para apoyar la causa de la República. Obviamente, tampoco pasó entonces por Pamplona, estuvo en Madrid (donde encontró a Hemingway con Martha Gellhorn, su tercera esposa) y Valencia, donde tenía su sede el Gobierno republicano.

En suma, Dorothy Parker no visitó nunca los sanfermines, ni probablemente le hubieran gustado nada.


Publicado en Diario de Noticias de 12 de julio de 2018

Gente que no vino a sanfermines PICASSO


Pablo Ruiz Picasso, nacido en Málaga en 1881, es el pintor español más famoso de todos los tiempos y uno de los más importantes del siglo XX y de toda la historia del arte. Hijo de un pintor y profesor de dibujo, mostró desde pequeño su aptitud y talento para la pintura. Cuando tenía diez años su familia se trasladó a La Coruña, y con catorce años a Barcelona, ciudad donde Picasso estudia en la Escuela de Bellas Artes, en la cual su padre era profesor, e inicia su carrera artística. Tras varios viajes a París, en 1904 se instala permanentemente en Montmartre y residirá ya la mayor parte de su vida en Francia. Se integra en la floreciente vida artística y bohemia de la capital francesa haciendo amistad con Breton, Apollinaire, Gargallo, Derain, Diágilev, Cocteau, etc. Entabla estrecha relación con Gertrude Stein, a la que retrata y que se convierte en su protectora. Se le reconoce en esa época como el iniciador del cubismo, aunque a lo largo de su vida cultivó muchos estilos y técnicas. A partir de la década de los veinte, convertido ya en un artista famoso, lleva una vida menos bohemia y más familiar (se casó dos veces y tuvo hijos con tres mujeres distintas), veranea en la Riviera y alterna con la alta sociedad. Durante la Guerra Civil Española Picasso apoyó activamente a la República y por encargo suyo pintó el Guernica para la Exposición Universal de París de 1937. Pasó la II Guerra Mundial en París, su celebridad hizo que los alemanes no le molestaran, y en 1944, tras la Liberación, ingresó en el Partido Comunista francés. No pudo regresar nunca a España ya que murió en 1973, todavía bajo el régimen franquista.

Picasso fue aficionado a la tauromaquia, su primer óleo pintado a los ocho años tras asistir a una corrida de toros fue El picador amarillo, trató el tema muchas veces en sus dibujos, pinturas y cerámicas y también ilustró varios libros. Pero yo no había oído jamás que hubiera visitado Pamplona hasta la nota de prensa sobre “Recuperando a Hemingway”. Por supuesto, no pudo hacerlo a partir de 1936, cultivó su afición en las plazas francesas de Arles, Nîmes, etc., pero sus muchos biógrafos tampoco recogen ninguna visita anterior a Pamplona. John Berger (Fama y soledad de Picasso) dice que “entre 1904 y 1934, volvió media docena de veces, a descansar o en excursiones pictóricas”, y luego no volvió más a España. Lo más cerca que pudo estar fue en agosto de 1934, que visitó San Sebastián, Burgos, Madrid y Barcelona y asistió a corridas de toros. Siempre hay alguna excepción, Tony Castro (Looking for Hemingway: Spain, the Bullfights, and a Final Rite of Passage, 2016) dice que Picasso era buen amigo de Hemingway y que viajaron juntos a Pamplona en su primera visita. Es un autor con escaso crédito; en los años noventa fue condenado por inventar falsas historias y entrevistas para la prensa, lo que no le ha impedido publicar como churros una buena cantidad de biografías de personajes famosos. En el citado libro hay unos cuantos errores de bulto que saltan al ojo, como situar a Pamplona “encerrada en la esquina nordeste de España”, afirmar que Hemingway estuvo en los sanfermines de 1930 y de 1960 o que músicos de La Pamplonesa acudieron a Málaga en 1959 para tocar jotas en el cumpleaños de Hemingway.

Picasso no mantuvo una amistad estrecha con Hemingway, aunque tuvieron amigos comunes (Gertrude Stein, Gerald y Sara Murphy, Man Ray, etc.) y coincidieron en más de una ocasión. La única relación lejana e indirecta de Picasso con los sanfermines es la que se mencionaba en un panel de “Recuperando a Hemingway”, es el autor de la litografía reproducida en la portada del libro de 1955 Guerre à la tristesse (Festival in Pamplona en la edición inglesa), que recogía imágenes tomadas en los sanfermines del año anterior por la fotógrafa austriaca (luego nacionalizada norteamericana) Inge Morath y textos de la escritora francesa Dominique Aubier. Ellas dos sí fueron visitantes reales de los sanfermines (Inge Morath regresó a Pamplona en 1997 con su marido, el dramaturgo Arthur Miller, tuve oportunidad de compartir con ellos el palco municipal de la plaza de toros). Picasso realizó la litografía y se la obsequió a Morath por amistad; ella tenía colgado el original en su casa de Connecticut, así lo cuenta Christopher Bigsby en Arthur Miller: 1962-2005. Hubiera estado bien que Picasso no solo visitara los sanfermines, sino que también los pintara, pero se trata de uno más de sus visitantes de leyenda.

Publicado en Diario de Noticias de 11 de julio de 2018



martes, 10 de julio de 2018

Gente que no vino a sanfermines COLE PORTER


Cole Porter es uno de los compositores norteamericanos más conocidos del siglo XX. Es autor de cientos de canciones, muchas compuestas para comedias musicales y películas, algunas de ellas auténticos clásicos de la música popular: Begin The Beguine, Easy To Love, Night And Day, True Love, etc. Nació en Indiana en el seno de una familia adinerada, acudió a las universidades de Yale y Harvard y, luego, prosiguió sus estudios musicales en París. Allí se casó con una rica divorciada, Linda Lee, y en la década de los veinte ambos llevaron una lujosa y extravagante vida en continuo movimiento entre sus casas de París, Nueva York, Venecia y Londres, al tiempo que él preparaba algunas composiciones. En 1928 volvió a Estados Unidos para emprender con más empeño una carrera musical y en los años siguientes trabajó con mucho éxito tanto en Broadway como en Hollywood. En 1937 sufrió un accidente, montando a caballo, que le dejó graves secuelas. Su propia vida ha sido convertida en película musical dos veces: Night and Day (Noche y día), 1946, dirigida por Michael Curtiz, y De-Lovely, 2004, por Irwin Winkler.

            En la exposición “Recuperando a Hemingway” de diciembre de 2017 se afirmaba que “durante la década de los años 1920, Cole Porter residió en París y se codeó con los artistas de la nueva generación cultural europea, entre ellos Hemingway, con quien estuvo en Pamplona”. Lo cierto es que esta afirmación carece de pruebas que la avalen. Solo he encontrado al respecto una referencia anterior. Arnold Shaw, escritor, músico y productor neoyorquino, autor de una serie de libros sobre la música popular norteamericana del siglo XX, dice en The Jazz Age: Popular Music in the 1920's (Oxford University Press, 1989) que Cole Porter pasó los años veinte expatriado en Europa como tantos otros veteranos de la I Guerra Mundial (el músico presumía de haber luchado en la Legión Extranjera, hay biógrafos que lo ponen en duda y dicen que trabajó para una fundación privada) y que viajó a ver las corridas de toros en Pamplona “à la Hemingway’s The Sun Also Rises” (no con Hemingway, sino a su estilo). No da referencias y, dado que no es un autor especializado en la vida de Cole Porter, el dato resulta poco convincente ya que no figura en ninguna de sus biografías.

            No parece que Cole Porter y Hemingway tuvieran apenas relación, aunque sean citados en las mismas listas de artistas que pululaban por Europa en los felices veinte. Sí tuvieron amigos comunes, como los opulentos Gerald y Sara Murphy. Mientras Gertrude Stein reinaba en París sobre quienes cultivaban las artes y las letras y sobre todas las vanguardias de las primeras décadas del siglo, los Murphy lo hacían en la Riviera, en su casa de Antibes llamada Villa America, a la cual fueron invitadas muchas celebridades de los círculos artísticos de la época. Se dice que los personajes de Nicole y Dick Diver, protagonistas de Tender Is the Night (Suave es la noche) de Scott Fitzgerald, están parcialmente inspirados en ellos. Gerald Murphy, pintor, había conocido a Cole Porter en la Universidad de Yale, mientras que hizo amistad con Hemingway cuando este vivía en París. Los Murphy viajaron a Pamplona en los sanfermines de 1926 con los Hemingway (con el escritor, con Hadley, su primera esposa de la que se divorciaría poco después, y con Pauline, entonces su amante y muy pronto su segunda esposa), y todos ellos aparecen en una conocida fotografía sentados en una terraza de la plaza del Castillo.

Es por ello que, quizás, Hemingway y Porter coincidieran en alguna ocasión, pero parece claro que no fueron amigos. Los biógrafos de Cole Porter (Hubler, McBrien, Ewen, Schwartz) apenas mencionan a Hemingway, ni mucho menos hablan de ningún viaje a Pamplona. George Eells (The life that late he led; a biography of Cole Porter) indica que Porter no hizo el menor esfuerzo por relacionarse con los escritores americanos en París. Hemingway tampoco le cita ni en sus recuerdos de A Moveable Feast (París era una fiesta), ni en su abundante correspondencia, ni sus biógrafos lo mencionan entre sus amigos, ni se conocen fotografías donde aparezcan juntos. Tampoco los numerosos testigos de las visitas de Hemingway a los sanfermines, muchos escritores y periodistas que publicaron sus recuerdos, citan a Cole Porter entre sus acompañantes. Es por ello que, pese a esa mención de Arnold Shaw, parece que esa supuesta visita de Cole Porter a Pamplona nunca existió.

Publicado en Diario de Noticias de 10 de julio de 2018



Gente que no vino a sanfermines SCOTT FITGERALD

Francis Scott Fitzgerald y su esposa Zelda.


Francis Scott Fitzgerald, nacido en Minnesota en una familia acomodada de origen irlandés, es uno de los principales escritores de la Generación Perdida. Empezó a escribir estudiando es la Universidad de Princeton; no acabó los estudios al enrolarse para combatir en la I Guerra Mundial, aunque no llegó a ser enviado a Europa. Trabajó en Nueva York en publicidad y logró éxito con su primera novela, This side of Paradise (A este lado del paraíso), en 1920. Junto con su mujer, Zelda, bailarina y también escritora, viajó por Europa en la década de los veinte, llevando una vida disoluta, e hizo amistad con Hemingway y otros escritores norteamericanos que vivían en Francia. La década siguiente la pasó sobre todo en Estados Unidos debido a los problemas de salud mental de Zelda y él mismo, alcohólico, también tuvo que ser internado varias veces. Para salir de sus problemas económicos trabajó sus últimos años como guionista en Hollywood, donde murió a los 44 años.

La exposición “Recuperando a Hemingway” sugería que Scott Fitzgerald fue uno de los visitantes de Pamplona inducidos por el futuro premio Nobel. En uno de los paneles se decía lo siguiente: “En el año 1930, Scott Fitzgerald le pide consejo a Hemingway sobre un viaje que quiere realizar a Pamplona y San Sebastián”. Ya en 1924, en una carta que Scott Fitzgerald dirige a su amiga Hazel “Patsy” McCormack, mencionaba su deseo de hacer un viaje por España y ver una corrida de toros. Por lo visto, años más tarde retoma la idea y consulta a Hemingway, pero parece que no llegó a hacer ese viaje a causa de la respuesta que recibió. En una carta de enero de 1930 Hemingway informa a su amigo que no hay corridas de toros después de noviembre, que en esa época el tiempo en San Sebastián es nublado, húmedo y lluvioso, y que la ciudad está desierta. Sobre Pamplona le dice que hace frío y quizás llueva, que la lluvia proviene del mar o de la nieve, y que no hay nada que hacer. No obstante, le informa sobre tres hoteles, el Gran Hotel, lujoso pero desierto, el Quintana (“the Montoya of Sun Also”), quizás demasiado simple para los gustos de Scott Fitzgerald, y La Perla, de un nivel intermedio. Tras decirle que en Madrid también hace un frío infernal, le aconseja como lugares a los que ir en invierno, por el buen clima, Tarragona, Málaga o Ronda y, tras recomendarle algunos hoteles, finaliza reiterando que “San Sebastián y Pamplona serían una gran decepción para ti en invierno”. Finalmente, en febrero de 1930 Scott Fitzgerald y su esposa emprendieron un viaje por Argelia, el cual inspira algún pasaje de su novela de 1934 Tender is the Night (Suave es la noche), y tras su regreso ella tuvo una crisis nerviosa y fue internada por primera vez en un centro psiquiátrico donde se le diagnosticó esquizofrenia.

Al igual que sucede con otros supuestos visitantes de los sanfermines, ni los biógrafos de Scott Fitzgerald (Mizener, Bruccoli, Donaldson), ni los de Zelda (Milford, Cline), relatan ningún viaje suyo a Pamplona, ni aparece la menor mención en su correspondencia hecha pública. Como cuenta Jeffrey Meyers en Scott Fitzgerald. A biography (Meyers, reputado biógrafo literario, tiene también escrita otra obra sobre Hemingway): “En los veranos, Fitzgerald iba a la Riviera a tumbarse en la playa; Hemingway iba a España a ver toros y vivir la experiencia sobre la que escribiría en The Sun Also Rises. Fitzgerald podría competir con Hemingway como escritor pero no como deportista. Al contrario que los Murphy, Dos Passos, Don Stewart y Max Perkins, Fitzgerald nunca siguió a Hemingway a España o fue a pescar con él en Cayo Hueso”. Traduzco del original en inglés, ya que esta biografía no está editada en castellano. Aprovecho para decir que si los anglosajones cultivan en abundancia este género y escritores como Hemingway y Scott Fitzgerald han merecido diversas biografías por distintos autores, en España no solo apenas se cultiva, sino que ni siquiera se traducen las biografías escritas en otros idiomas. La mayoría de las más reconocidas biografías de Hemingway (las de Baker, Burgess, Dearborn, Griffin, Kert, Lynn, Mellow, Meyers, Reynolds, etc.), no están publicadas en castellano, y lo propio sucede con las de Scott Fitzgerald. En nuestra lengua principalmente podemos encontrar libros que tratan sobre la relación de Hemingway con España o con el mundo de los toros. Eso hace que circulen mucho más leyendas, chismes y falsas anécdotas que hechos contrastados.

Publicado en Diario de Noticias de 9 de julio de 2018

Gente que no vino a sanfermines MAN RAY


Emmanuel Rudnitsky, nacido en Filadelfia en una familia de origen ruso, fue un fotógrafo norteamericano que se hizo famoso bajo el seudónimo de Man Ray. Se instaló en París en 1921, abrió un estudio en Montparnasse y frecuentó el mundillo artístico y bohemio de la época. Logró reputación como retratista y conoció a Hemingway en 1923 cuando Robert McAlmon, editor de su primer libro, le acompañó para que le hiciera un retrato. Hicieron una breve amistad que duró mientras Hemingway vivió en París, pero pronto sus caminos se separaron. Según dice Man Ray en sus memorias (Autorretrato), “él convertido en un gran aventurero, yo en un sedentario confeso”. Cuenta también que le prestó su cámara y le enseñó a manejarla para que hiciera fotos en su primera visita a Pamplona. En una carta de julio de 1924 Hemingway cuenta a su madre que George O’Neil, que formaba parte del grupo que le acompañaba en Pamplona, tiene una cámara de cine y están tomando escenas de las fiestas; en otra carta de agosto siguiente dirigida a Gertrude Stein y Alice B. Toklas afirma sobre “Our Movie of Pamplona” que le ha dicho Man Ray que es una de las mejores películas que ha visto nunca. Esta película, parece que revelada y editada por Man Ray, se perdió.

            Man Ray, en sus primeros tiempos, también pintó y realizó algunas películas experimentales. En 1926 rodó Emak Bakia, algunos fragmentos en la casa de Biarritz donde veraneaba su productor, Arthur Wheeler. Se le atribuye un breve cortometraje documental de 1929 titulado Corrida (disponible en http://youtu.be/Y-jg6RWv7Jo). No puede ser el filme ya mencionado en que participó Hemingway, la datación en 1929 parece correcta pues se ve a los caballos de los picadores con el peto protector que se implantó en 1927, más pequeño que el actual. Algún autor ha puesto en cuestión si fue el propio Man Ray el autor de las imágenes, o si se limitó a montarlas y a archivarlas. La mayoría de las fuentes afirman que la película está rodada en Pamplona, así, por ejemplo, el catálogo del Centro Pompidou que tiene publicadas en DVD varias películas de Man Ray; otras afirman que es una plaza de toros francesa, como la base de datos IMDb.

No hay más que visionar detenidamente la película de 1929 para descartar que se trate de la plaza de toros de Pamplona. En esa fecha ya funcionaba la actual, que se inauguró en 1922, y que es la única que conocieron Hemingway y sus amigos en sus visitas, y no fue hasta 1967 cuando se amplió con la andanada hoy existente. Todas las plazas de toros se parecen, pero hay muchos detalles en el cortometraje de Man Ray que permiten identificar el coso en que fue rodado. En particular, se pueden observar dos gradas, la superior adornada con arcos de medio punto y en su frente con una barandilla metálica. Si se observan las fotografías de la plaza de toros de Pamplona anteriores a 1967 se comprueba que también tiene dos gradas, pero la superior carece de los arcos de medio punto y no están provistas de barandilla metálica sino de un pretil de hormigón, la superior con unos balconcillos que todavía existen hoy.

La comparación del cortometraje con fotografías de otras plazas de toros permite deducir que pudo ser rodado en la antigua plaza de San Sebastián conocida como El Chofre, que fue construida en 1903 y demolida en 1974, y que se hallaba en el barrio de Gros, cerca de la playa de la Zurriola. Al igual que la de Pamplona, es la que conocerían tanto Hemingway como todos sus amigos y compañeros de viaje por España. También Man Ray, si fue él mismo quien rodara la película de 1929 (no dice nada de ella en sus memorias), aunque hay que tener en cuenta que Hemingway estuvo ese verano en San Sebastián después de acudir a los sanfermines, por lo que no es descartable que fuera el escritor quien operase la cámara.

          En la exposición “Recuperando a Hemingway” de diciembre de 2017 se afirmaba en uno de los paneles: «Parece ser que el propio Man Ray estuvo en Pamplona en el año 1929, y de su paso queda reflejo en una película titulada ‘Corrida’». Descartada esa supuesta prueba de su presencia en los sanfermines, no conozco ninguna otra sobre una visita de Man Ray a Pamplona. No aparece la menor mención de tal viaje ni en su autobiografía, ni en sus biografías (Serge Sanchez, Herbert R. Lottman, Roland Penrose), ni tampoco en las biografías de Hemingway. Así que no cabe más remedio que concluir que la visita de Man Ray constituye una de las muchas leyendas de los sanfermines.

Publicado en Diario de Noticias de 8 de julio de 2018

Anexo gráfico





domingo, 8 de julio de 2018

Gente que no vino a sanfermines GERTRUDE STEIN

Alice B. Toklas y Gertrude Stein en su casa de París.


Gertrude Stein fue una escritora norteamericana nacida en Pensilvania en 1874 y criada en California en el seno de una acomodada familia judía de origen alemán. A principios del siglo XX se estableció en París, donde residió la mayor parte de su vida. Su casa se convirtió en centro de reunión de artistas, intelectuales y bohemios y ella en una especie de mentora y mecenas que impulsó la carrera de muchos de ellos. Era también coleccionista de obras de arte. Bautizó como Generación Perdida al grupo de jóvenes escritores americanos que se establecieron en Francia tras la I Guerra Mundial (John Dos Passos, Ezra Pound, William Faulkner, Ernest Hemingway, Sherwood Anderson, Francis Scott Fitzgerald...). Acogió a Hemingway cuando este llegó a París y le dio consejos para encauzar su carrera literaria. Hicieron tan estrecha amistad que Stein fue la madrina de bautismo del primer hijo de Hemingway, pero posteriormente su relación se deterioró y cada uno de ellos escribió cáusticos retratos del otro. Se suele atribuir a un consejo de Gertrude Stein el que Hemingway emprendiera en 1923 su primer viaje a Pamplona para conocer los sanfermines, aunque también se cuenta que quien en realidad hizo la sugerencia fue Alice B. Toklas, la pareja de Stein (en una época en la que ni se podía mencionar, ambas apenas disimulaban su relación lesbiana). Gertrude Stein aparece habitualmente en la lista de ilustres visitantes de los sanfermines; la muestra “Recuperando a Hemingway” indicaba en uno de sus paneles que Gertrude y Alice estuvieron en Pamplona en 1915.

No hubiera sido nada raro que se produjera esa visita. Ambas estuvieron en España en varias ocasiones y, en particular, pasaron buena parte de 1915 y de 1916 en este país, huyendo de las incursiones de los zepelines alemanes y de las incomodidades que producía en París la I Guerra Mundial. Además de residir en Mallorca entre mayo de 1915 y abril de 1916, donde ya antes habían pasado dos veranos, en sus visitas viajaron por diversas ciudades españolas: Madrid, donde acudieron por primera vez y se aficionaron a los toros, Barcelona, Valencia, Burgos, El Escorial, Ávila, Granada, Cuenca, Toledo… Por otro lado, las fiestas de Pamplona en aquel tiempo pre-Hemingway ya eran bien conocidas en Francia y llegaban muchos visitantes de allí. Desde que Napoleón III se hizo construir un palacio en Biarritz (el actual Hôtel du Palais) por complacer a su esposa, la emperatriz Eugenia de Montijo, que quería veranear en un lugar cercano a España que había conocido en su infancia, esa ciudad, y toda la Côte Basque por extensión, fue una estación balnearia muy de moda durante la Belle Époque. Acudían miembros de la realeza, allí estuvieron la reina Victoria de Inglaterra o la emperatriz Sissi, y el zar Alejandro III promovió la construcción de su monumental iglesia ortodoxa al servicio de los nobles rusos que frecuentaban la que se llamaba “la playa de las reinas y la reina de las playas”, así como de la aristocracia y de las clases acomodadas de toda Europa. Después, y hasta el presente, ha seguido siendo un selecto destino turístico. La cercanía a Pamplona acostumbró a algunos veraneantes a visitar los sanfermines, y es posible que Sarasate, que tenía una casa en Biarritz llamada Villa Navarra, contribuyera a ello ya que la prensa francesa se hacía eco de su asistencia a las fiestas y de los conciertos que ofrecía. De hecho, en 1932 se instituyeron las fiestas de Bayona, directamente inspiradas en los sanfermines, para atraer a esos turistas y evitar que se fueran de excursión a Pamplona o San Sebastián.

Pero ni en las memorias de Stein, The Autobiography of Alice B. Toklas y Everybody's Autobiography, ni de Toklas, What is Remembered, se menciona ninguna visita a Pamplona, tampoco en sus biografías (Bobhouse, Brinnin, Hoffman, Knapp, etc.) o en su correspondencia. En el improbable caso de que hubieran pasado por Pamplona no pudo ser en los sanfermines de 1915, por aquel entonces estaban en Mallorca. Tampoco hay datos de que acudieran a las fiestas de cualquier otro año, no volvieron a España después de 1916 y acostumbraban a pasar el verano en un pueblo cercano a los Alpes. En una carta de 1965 a John y Patricia Lucas, publicada en Staying on Alone. Letters of Alice B. Toklas, esta dice que sabe muy poco de Pamplona (“I know Pamplona very little”), pues había tenido un prejuicio en su contra a cuenta de Hemingway, parece que no le tenía mucha simpatía.


Publicado en Diario de Noticias el 7 de julio de 2018

Gente que no vino a sanfermines VISITANTES LEGENDARIOS


El fotógrafo Francisco Cano "Canito" y Charlton Heston en 1962



Entre los muchos oropeles con que cuentan los sanfermines está la cantidad de personajes célebres que los han visitado. Bien podríamos instalar en la avenida de Carlos III un paseo de la fama, si no tan imponente como el de Hollywood, al menos parecido al que tienen en el paseo marítimo de Valencia con los actores y directores que han visitado su mostra de cine, con una estrella por cada famoso que haya acudido a nuestras internacionales fiestas. La primera habría que dedicarla, cómo no, a Hemingway, el visitante más legendario (sobre sus andanzas sanfermineras se cuentan muchas más leyendas que hechos reales). En cuanto a los restantes nombres, habría que decidir si van a recibir estrella solo los que efectivamente vinieron o también aquellos que dice la leyenda que vinieron. Porque me da que hay tantos, si no más, de estos como de los otros, la nómina de personajes que supuestamente vinieron a conocer los sanfermines es amplia y se va engrosando incluso hacia el pasado.

El pasado diciembre de 2017 el Ayuntamiento de Pamplona organizó una serie de actividades bajo el título de “Recuperando a Hemingway” (¿necesitaba recuperación?) que incluía, además de conferencias y proyección de películas, una exposición de paneles y fotografías colocados en la plaza del Castillo. En la nota de prensa que daba noticia de todo ello se afirmaba que Hemingway situó a Pamplona en el mapa de las vanguardias culturales europeas y añadía:

«En esos espacios se presentará la privilegiada posición que tuvo Pamplona entre las personas y artistas que marcaron la revolución cultural europea en los años 1920-1930 de forma que Pamplona fue un lugar de obligada visita y estuvo presente en muchas de las conversaciones y creaciones de aquella generación que impulsó los movimientos surrealista, dadaísta o cubista.
Entre ellos destaca la figura de Man Ray, que visitó Pamplona en el año 1929, uno de los grandes impulsores de la vanguardia cultural europea. La exposición recoge media docena de retratos fotográficos. También se reproduce un cuaderno de viaje de 1927, inédito en Europa, del pintor estadounidense Waldo Peirce con apuntes y textos como el siguiente: "Si no ha visto fiestas en Pamplona/ No ha visto fiesta ninguna/ Si no ha visto torear a Don Ernesto/ No ha visto ningún diestro". Y es que Picasso, Miró, Zuloaga o Quintanilla pasaron en aquellos años por Pamplona, como también lo hicieron músicos como Josephine Baker o Cole Porter, escritores como Gertrude Stein, Scott Fitzgerald o John Dos Passos».

Varios de los citados, cierto, estuvieron alguna vez en los sanfermines, como Dos Passos o Waldo Peirce (su cuadro The Running of the Bulls, en el Portland Museum of Art, Maine, representa el montón del encierro del 7 de julio de 1927), de los que ya me he ocupado alguna vez. Por alguna caprichosa razón, hay visitantes usualmente ignorados, hace pocos años dediqué unas columnas a los amigos que acompañaron a Hemingway en sus visitas sanfermineras, algunos fueron recordados en la citada exposición: Chink Dorman-Smith, Donald Ogden Stewart, Robert McAlmon, Harry Crosby, Peter Viertel… Entre otros que suelen ser olvidados están la cineasta favorita de Hitler, Leni Riefenstahl, que vino en 1955, y el productor Darryl F. Zanuck, que corrió el encierro y estuvo varias veces, la primera en 1956 para rodar escenas de Fiesta. Por el contrario, ya desmentí (sin éxito, la realidad no puede con la leyenda) el difundido bulo de que Ava Gardner, con el resto del reparto de la película, Errol Flynn, Tyrone Power y Mel Ferrer incluidos, nos visitara. Lo mismo sucede con la lista de personajes mencionada por el Ayuntamiento, la mayoría nunca vinieron y su única relación con los sanfermines es haber conocido a Hemingway, que trajo a unos pocos de ellos, pero no a todos. Hubieran dado mucho brillo a la Pamplona de los años veinte y ayudarían a desmentir su fama de ciudad provinciana y conservadora. Pero me temo que la fama es merecida y que “la Pamplona vanguardista que Hemingway contribuyó a crear” a que se refería el imaginativo comunicado municipal, su triunfal entrada en la modernidad, no se produjo hasta que el escritor ya reposaba en el cementerio de Ketchum.

En fin, a identificar a algunos falsos visitantes de los sanfermines dedicaremos esta columna en los próximos días. Que conste, en cualquier caso, que todos ellos se merecen una estrella en el futuro paseo de la fama de los sanfermines.

Publicado en Diario de Noticias el 6 de julio de 2018