martes, 26 de junio de 2018

Lingua navarrorum o navarris

La afirmación de Pablo Casado de que el euskera no es lengua de Navarra y las viñetas de César Oroz recordando al rey Sancho el Sabio y lo de lingua navarrorum (aunque, en realidad, no fue el propio rey el que empleó la expresión, sino que aparece en un documento de 1167 escrito bajo su reinado y que incluye el nombre del monarca), me trae a la memoria otra fuente medieval que descubrí hace años y que también nombraba a la lengua vasca como lingua navarrorum. Lo reflejé en la nota 350 de la página 275 de mi libro El régimen lingüístico de la Comunidad Foral de Navarra, publicado en 2013. Pero como, parafraseando a Manuel Azaña, la mejor manera de esconder un secreto en España es poniéndolo en un libro, creo que nadie se ha enterado. Así que reitero aquí el hallazgo a ver si obtiene un poco más de difusión.

En los documentos del IV Concilio de Letrán celebrado en 1215 –si bien la fecha de redacción de las actas es dudosa- hay una referencia a la intervención del arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada, de origen navarro, nacido en Puente la Reina, y que hizo una demostración de sus facultades políglotas al hablar, además de en latín, para que todo el mundo le pudiera comprender en su lengua materna, en italiano, alemán, francés, inglés, vascuence y castellano: “Et in hac generali Synodo Rodericus, Archiepiscopus Toletanus, et Hispaniarum Primas, de licentia Pontificis proposuit verbum Dei, incipiens, et finiens in latino sermone; sed quia de diversis mundi partibus tam clerici, quam laici ibidem convenerant, ut omnibus satisfaceret, suas in praedicando pausationes et interpolationes faciendo, easdem auctotitates et rationes, propositas in latino, exposuit laicis et illitteratis in linguagiis maternis, videlicet Romanorum, Teutonicorum, Francorum, Anglorum, Navarrorum, et Hispanorum”; trascripción tomada de la edición de sus obras completas, PP. Toletanorum quotquot extant Opera: tomus tertius: Roderici Ximenii de Rada, Toletanae Ecclesiae Praesulis, opera praecipua complectens, imprenta de la viuda de Joaquín Ibarra, Madrid, 1793, p. 463. 

Hay otra transcripción del texto, con algunas variantes, en Collectio Conciliorum Hispaniae, edición de García de Loaisa, imprenta de Pedro Madrigal, Madrid, 1593, página 288: "In hac generali Synodo Rodericus Archiepiscopus Toletanus, et Hispaniarum Primas, de facultate Pontificis, Latinè concionatus est. Sed quia ex diversis mũdi provinciis, tam Cleri, quàm laici convenerant; ut omnibus satisfaceret, rationes, et testimonia Latino sermone prolata, laicis et maternis linguis, singulis exponebat, Romanis videlicet, Theutonicis, Francis, Anglis, Navarris, et Hispanis".

Parece que el arzobispo tenía como lengua materna el vascuence, según mantiene su biógrafo, Javier  Gorosterratzu, Don Rodríguez Jiménez de Rada, gran estadista, escritor y prelado, Viuda de T. Bescansa, Pamplona, 1925, pp. 30 y 160. En este contexto, la mención de una lingua navarrorum o navarris en contraposición al latín, al francés o al español ha de referirse a la lengua vasca.

Que en la Edad Media se identificaba a los navarros con el vascuence, y no con el romance, se deduce del hecho de que en 1492 Antonio de Nebrija, en la introducción de su Gramática de la lengua castellana, afirmara que sería útil para “no solamente los enemigos de nuestra fe, que tienen ya necesidad de saber el lenguaje castellano, mas los vizcaínos, navarros, franceses, italianos, y todos los otros que tienen algún trato y conversación en España y necesidad de nuestra lengua”.


lunes, 11 de junio de 2018

Monomarental



Vaya por delante que estoy a favor de un lenguaje no sexista, esto es, que nuestra forma de hablar no discrimine negativamente o sea poco respetuosa con las personas dependiendo de su sexo. Pero a veces se venden como supuesto lenguaje no sexista auténticos horrores lingüísticos que solo denotan el propósito de sus usuarios de presumir de ser más feminista o progresista que nadie y su ignorancia sobre el correcto uso de la lengua.

Un despropósito de este tipo es el que se recoge en una iniciativa presentada ante el Parlamento de Navarra: “Proposición de Ley Foral para la acreditación de las familias monomarentales-monoparentales en la Comunidad Foral de Navarra”. Esa expresión, “monomarentales”, viene planeando hace tiempo sobre el terreno de la barbarie lingüística y corre peligro de aterrizar en los boletines oficiales.

Sus promotores parecen creer que “monoparental” significa “con un solo padre”, y que para decir “con una sola madre” hay que decir “monomarental”. Craso error, porque “monoparental” no viene de “padre” (“pater”, en latín) sino que viene del latín “parentālis” y esta de “parens”, “progenitor”, sea padre o madre, y en última instancia proviene del verbo “părere”, parir o dar a luz, y de la misma raíz derivan otras palabras como pariente o parentesco.

Para crear “monomarental” los filólogos aficionados suponen, además de que “monoparental” viene de un inexistente vocablo latino “pare” que significaría “padre” (eso solo sucede en catalán), que para formar una palabra referida a la “madre” hay que utilizar “mare”. En latín madre no se dice “mare” sino “mater” (“mare” sí que es madre en catalán, quizás ahí esté el origen de la confusión). Si se atuvieran a la filología, los inventores de “monomarentales-monoparentales” dirían “monomaternales-monopaternales” para referirse a las familias donde hay solo una madre o donde hay solo un padre.

Pero la confusión no solo es lingüística sino también de lógica. Cuando se utiliza el palabro “monomarentales”, en realidad no se quiere hablar tanto de familias donde hay una sola madre, que son la inmensa mayoría y no necesitan de una acreditación legal, sino que se quiere destacar el hecho de que, en lugar de dos progenitores o “parens” (padre y madre, o también padre y padre, o madre y madre, en las actuales parejas del mismo sexo), hay solamente uno (con mayor frecuencia estadística, la madre), y eso es lo que requiere de atención, incluso, por el legislador. Con lo cual lo que queremos y debemos decir es, precisamente, que es una familia “monoparental”, con un solo “parens”. Que la familia monoparental sea, además, monopaternal o monomaternal resulta secundario. Espero que, si se aprueba una ley foral para acreditar a las familias donde hay un solo progenitor, se les denomine correctamente como monoparentales.

jueves, 7 de junio de 2018

Los ministros de la EGB






Del nuevo gobierno formado por Pedro Sánchez se puede decir, entre otras cosas, que supone la definitiva toma del poder por la generación de la EGB. La edad media de sus miembros es de 55 años y, salvo algunos históricos como Borrell, Robles o Celáa, la mayoría han nacido después de 1960, el año en que nací yo. Esa es la fecha de corte, porque quienes nacimos ese año hicimos todavía la primaria y el bachillerato instituidos por la Ley Moyano de 1857, aunque en la versión del bachillerato reformado por la Ley de Ruiz Giménez de 1953 según la cual “la  Enseñanza  Media  se  ajustará  a  las  normas del Dogma y  de  la Moral católicos  y  a  los principios  fundamentales  del  Movimiento  Nacional”. Los nacidos a partir de 1960 cursaron la EGB y el BUP establecidos por la Ley General de Educación, o Ley Villar Palasí, de 1970, todavía con “los Principios del Movimiento Nacional y demás Leyes Fundamentales del Reino” a cuestas, pero que hablaba también como fines de “la formación humana integral, el desarrollo armónico de la personalidad y la preparación para el ejercicio responsable de la libertad, inspirados en el concepto cristiano de la vida y en la tradición y cultura patrias; la integración y promoción social y el fomento del espíritu de convivencia”

Aunque esas leyes no establecían cuál era el “idioma moderno” que debía cursarse, la norma fue que los bachilleres de Moyano y Ruiz Giménez estudiáramos francés, y que los hijos de la Ley Villar Palasí estudiaran inglés, un idioma mucho más moderno. Las generaciones anteriores a la EGB estudiamos el francés poco y mal, en aulas de cuarenta alumnos donde el único medio audiovisual era la pizarra, a veces un reproductor de cassettes, los vídeos o los ordenadores eran todavía cosas de ciencia-ficción. Muy pocos se podían permitir ir a Francia a perfeccionar un idioma del que solo éramos capaces de hablar cuatro frases mal pronunciadas, y solo algunos elegidos tenían la posibilidad de aprender inglés. La generación de la EGB pudo aprender inglés un poco mejor, incluso practicarlo viajando por el mundo porque le tocaron tiempos mejores en cuanto a desarrollo económico. Los dinosaurios que hicimos el antiguo bachillerato nos tuvimos que apañar para aprender fuera del sistema educativo, tarde y de nuevo mal, algunos rudimentos de la lengua de Shakespeare.

En fin, del bachillerato de 1953 nos han salido políticos como Aznar o Rajoy, sin idiomas (Aznar aprendió inglés cuando dejó de ser presidente, de Rajoy todavía esperamos que algún día aprenda a hablar correctamente el castellano), y de la EGB nos han salido Pedro Sánchez y sus ministros, con el fluido inglés que ya es requisito indispensable para no pasar por un gañán a la hora de buscar trabajo.

¿Era mejor el bachillerato que la EGB? ¿Era mejor el BUP que la actual ESO? No faltan voces, desde Platón, que lamentan la falta de educación de las generaciones jóvenes y añoran tiempos pasados, incluidos sus planes de estudios. Mucha gente de mi edad hace la loa del antiguo bachillerato asegurando que proporcionaba una buena cultura general de la que carecen las siguientes generaciones. El prestigio del bachillerato viene de antiguo, cuando no todo el mundo podía acceder a él. Cuentan que a Manuel Jiménez Fernández, fervoroso católico y ministro de Agricultura en 1934 por la CEDA, de la que acabó defraudado al comprobar que no se tomaba en serio ni la Doctrina Social de la Iglesia ni la reforma agraria, le preguntaron sobre sus malas relaciones con la jerarquía eclesiástica y dijo: “No tengo nada contra los obispos españoles, salvo dos cosas: no creen en Dios y no han hecho el bachillerato”. Yo soy un poco más escéptico sobre las virtudes del antiguo bachillerato. He conocido condiscípulos míos perfectamente incultos y ágrafos. También conozco a muchos que superaron la EGB y el BUP bien preparados, y a otros que salieron casi con la misma ignorancia con la que ingresaron en el sistema educativo. Me temo que, más que los planes de estudios, influyen el carácter personal, la influencia familiar, la situación económica y las buenas o malas compañías.

En fin, bienvenidos los hijos de la EGB al poder, esperemos en que nos vayan jubilando a los hijos del antiguo bachillerato con una pensión digna.

lunes, 4 de junio de 2018

Una de Vodafone One

A mi pesar, soy cliente de Vodafone. Digo a mi pesar porque, en realidad, yo era cliente de Ono, pero una empresa absorbió a la otra y he acabado como cliente de Vodafone, de la cual me di de baja hace unos años nada contento del maltrato que recibía. Como cliente de Ono disponía de una página web donde publicaba mis cosas, alojada en el dominio webs.ono.com. Eso hasta hace unos días. Vodafone está llevando todos los servicios a su propia web, imagino que dentro de poco desaparecerá la web de Ono y cualquier referencia a la antigua empresa absorbida. De momento, han suprimido el alojamiento de webs y la propia dirección webs.ono.com. A la brava, sin avisar a los clientes. Simplemente, las webs se han evaporado. He llamado a Vodafone para asegurarme y me ha atendido un amable y confuso empleado que, por supuesto, no estaba al tanto de nada pero me ha dicho que supone que sí, que el servicio ha sido suprimido porque, supuestamente, ahora a través de Vodafone nos dan otros servicios.
La verdad es que el alojamiento de la web era el principal motivo por el que seguía siendo cliente de Ono/Vodafone, así que me han dejado sin ningún motivo para seguir con ellos. Me iré a otro lado, supongo que a otra empresa de telefonía que también maltrate a sus clientes, pero al menos que no me tomen el pelo siempre los mismos. No me voy a molestar en presentar una queja ya que sé que es prácticamente imposible hacerlo (no hay ni teléfono, ni dirección de e-mail ni apartado de la web donde hacerlo) y no sirve para nada. Mi queja será, simplemente, irme. Es el mercado, amigo, que dijo aquel.

Post data. He contratado con otra empresa, y enseguida me han llamado de Vodafone para interesarse por la razón por la cual les abandono. Le explico a la empleada que me atiende que el motivo principal es la supresión de mi página web. Está segura de que tiene que haber algún error y que el servicio se ha tenido que trasladar a la web de Vodafone; me pide que espere mientras lo consulta, luego me dice que sigue pensando que se puede solucionar pero que me tiene que pasar con los técnicos que me lo explicarán todo. Como estoy comiendo le digo que me hagan el favor de llamar media hora más tarde. En eso quedamos. Pasan las horas y no me han vuelto a llamar. Creo que la amable empleada ha descubierto que yo tenía razón y que simplemente me han suprimido el servicio sin ningún aviso previo.

Post data bis. Al día siguiente me llama otra empleada de Vodafone, que sabe que hablé con su compañera pero que no sabe de qué, para preguntarme de nuevo por qué quiero irme. Se lo explico; no me entiende; no sabe que los clientes de Ono teníamos una página web alojada en su servidor y que la han suprimido; después de un diálogo de besugos por fin entiende el motivo de mi enojo y me pide disculpas. Me ofrece como compensación reducirme la tarifa los dos próximos años a la mitad; le digo que no. Me dice que es posible que me vuelvan a llamar porque es el procedimiento normal de portabilidad...

Post data ter. Al día siguiente me llama una tercera empleada de Vodafone para confirmar mis datos de portabilidad. Se los confirmo y me vuelve a preguntar por la razón de que me voy a otra compañía. Se la explico, como ya estoy entrenado soy mucho más preciso y me entiende con mayor rapidez que sus compañeras anteriores que no se trata de que no me haya enterado de hay que ir a la web de Vodafone en lugar de a la web de Ono, que me han privado de mi web personal. Al rato me vuelve a llamar una cuarta empleada que, aunque sabe que he hablado con otras compañeras suyas, me vuelve a confirmar los datos de portabilidad y me vuelve a preguntar los motivos por los cuales me voy de Vodafone. Le respondo que ya se los he explicado tres veces a sus tres compañeras y que no tengo ganas de explicarlos más veces. Me desea un buen día y que regrese pronto a Vodafone. La verdad, no creo.