lunes, 6 de abril de 2020

Escrito durante el coronavirus 25

Años más tarde nos hemos enterado todos, no solo Joaquín Sabina, de que quien nos ha robado el mes de abril ha sido la pandemia de coronavirus. Asumida la triste realidad y dando por perdido todo abril, lo peor, además de ser lunes, es que nos hayan robado las vacaciones de Semana Santa que en estos momentos deberíamos estar a punto de empezar. Yo tenía previsto hacer una gira por Albacete (sí, no es un lugar muy turístico, pero es una de las seis capitales de provincia españolas que me faltan visitar, y me he propuesto acabar la lista antes de morir), Elche (no he estado nunca y tienen un palmeral que es patrimonio mundial) y Valencia. Tuve que cancelar las reservas y dejarlo para otro momento. Cuando todo esto acabe (frase que estamos desgastando a conciencia, como nuestros padres y abuelos desgastaron las de “antes de la guerra” o “cuando la guerra”), tengo el propósito de desquitarme y hacer mucho turismo, entre otras cosas para ayudar a reactivar la economía y, en particular, al sector turístico y a la hostelería. Los que vamos a salir de la epidemia y a entrar en la crisis económica con un sueldo asegurado tendremos que consumir y gastar por obligación. Lo llamaremos consumismo solidario y sostenible, que son adjetivos que se usan mucho como patente de corso para múltiples actividades, algunas de ellas nada solidarias ni sostenibles. Quizás la pandemia nos proporcione algún otro epíteto publicitario, como antivírico o antiepidémico, que ayude a justificar y vender cualquier cosa. Turismo solidario y antivírico.

Tengo más visitas no urgentes y más sectores económicos pendientes de apoyo para cuando salga del confinamiento: peluquería (me sigue creciendo el pelo), clínica dental (se me ha caído un trozo de empaste), electricidad (me fallan dos interruptores), consumibles de informática (la impresora casi no tiene tinta), textil (no he renovado la ropa para la temporada primavera/verano, aunque estoy dando uso a camisetas que llevaban años vegetando en el fondo del armario). De momento al único sector que le estoy haciendo gasto es al de alimentación y hogar. Gracias a los trabajadores de Eroski, Litoral, Alvalle, Oscar Mayer, Lacturale, Calvo, La Española, Scottex o Heineken, entre otras muchas empresas, puedo seguir debidamente avituallado y comer todos los días.

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