miércoles, 1 de abril de 2020

Escrito durante el coronavirus 20


Dicen las autoridades que ya entramos en el período de estabilización de la epidemia y los periodistas, opinadores y sufridos sufridores debaten, debatimos, sobre cuánto durarán las medidas de restricción de nuestras vidas. Los optimistas esperan que a partir del 12 de abril se puedan empezar a levantar o relajar las medidas de confinamiento domiciliario. Los pesimistas aseguran que el estado de alarma se prorrogará de nuevo, una o más veces. Los cenizos y apocalípticos, aquí y en otros países, auguran todavía varios meses de penitencia. Eduardo Laporte publicaba ayer un artículo titulado Asumidlo: no habrá Sanfermines este año, donde parece alinearse entre los últimos. Hace no muchas semanas se iban posponiendo actividades para los meses de mayo y junio, conciertos, clases, selectividad, oposiciones, congresos, la final de la Champions, dando por hecho que para entonces estaríamos de vuelta en la normalidad. Diríase que ahora va cundiendo el desaliento sobre que en julio hayamos salido de la pesadilla, y se van aplazando más cosas hasta después del verano o hasta el año próximo. Mi postura personal es la misma que cuando empezó, hace un par de meses, el debate sobre si la epidemia iba a llegar a España e iba a ser muy grave, o si apenas la íbamos a padecer y se estaba creando demasiado alarmismo. No tengo ni idea.

Si fuera cierto que, por culpa del virus, no pueden celebrarse los sanfermines en su fecha (no lo descarto, aunque a tres meses vista todavía albergo alguna esperanza de que el Chupinazo pueda lanzarse el 6 de julio), sería la primera vez en los dos últimos siglos. Sí que se han suprimido las fiestas de Pamplona, dejando solo los actos religiosos, con ocasión de nuestras habituales guerras civiles (de 1808 a 1814, de 1821 a 1823, de 1834 a 1838, de 1872 a 1875, en 1937 y 1938), pero nunca porque lo impidiese una epidemia. Y epidemias, haberlas, las ha habido, y en épocas en que no se disponía todavía de vacunas, ni respiradores, ni uvis, ni paracetamol.

En 1834 se produjo la primera gran epidemia de cólera morbo asiático (las epidemias siempre nos han llegado desde oriente), en Navarra se contagiaron 6.134 personas de las que murieron 1.542, incidió sobre todo en la Ribera. En Pamplona hubo pocos fallecidos y si se suspendieron las fiestas fue por la situación bélica. En 1855 se produce una segunda epidemia de cólera, en este caso mucho más grave, en Navarra hay 40.872 contagiados y 13.715 muertos, en aquella ocasión la enfermedad sí afectó a Pamplona y, en general, a toda la provincia. Se debatió si suspender los sanfermines, pero finalmente se celebraron. En 1885 llega la tercera gran epidemia de cólera, en Navarra afectó de nuevo principalmente a la Ribera. Hubo 12.985 enfermos y 3.261 muertos. Pamplona apenas si notó el cólera, dando solamente 26 muertos, se planteó otra vez la supresión de los sanfermines, pero finalmente se celebraron. Durante la epidemia de gripe “española” de 1918 se produjeron en Navarra unos 3.000 muertos. En Pamplona hubo 243 fallecimientos; apareció un primer brote en primavera, con solo 15 fallecidos, que desapareció al llegar el verano, y los sanfermines se celebraron normalmente; la enfermedad reapareció en otoño, entonces se produjo la mayor mortalidad.

Así que ya veremos…


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