Escrito durante el coronavirus 56

Espero que para el verano hayamos vuelto a algo parecido a la normalidad y podamos hacer cosas que ahora mismo no podemos. En especial, espero que podamos viajar y tener vacaciones parecidas a las de antes. No solo que podamos, sino que las autoridades que ahora no nos dejan viajar nos impulsen a hacerlo, porque habrá que reactivar el turismo, que es la principal industria de este país. Imagino que tendremos que viajar por España, de momento, cosa que no me importa porque yo desde hace años ya venía tendiendo a no irme muy lejos, supongo que, como cantaba Modestia Aparte, son cosas de la edad. Me da cada vez más pereza meterme en un avión durante un montón de horas para irme a otro continente cuando a muy pocas horas de mi casa, en coche o tren, hay cantidad de lugares interesantes que todavía no he visitado. Supongo que las empresas turísticas también nos animarán a viajar con montones de ofertas para este verano, intentando salvar con los viajeros interiores lo que se pueda del naufragio de esta temporada.

Así que confío en poder irme, como los últimos veranos, una semana a Canet d’en Berenguer, cerca de Valencia, y comer clòtxinas, fideuás, cocas, fartóns y alguna paella de mi amiga Pepa. Y ya a principios de otoño a Pontevedra, a la boda de mi sobrino Javier, si las cosas van bien y se puede celebrar, que ya veremos, que dependemos no solo de lo que diga Sánchez sino también de lo que diga Trump, porque mi sobrino trabaja y vive en Carolina del Sur. Y a algún sitio más espero ir a lo largo del verano.

En particular, me apetece ir a Madrid, que hace unos meses que no voy y siempre hay cosas que ver y que hacer. He oído que, a consecuencia de la epidemia, hay algunas ofertas muy apetitosas, como un par de apartamentos de lujo muy céntricos, con espectaculares vistas y aparcamiento incluido, todo el paquete por 80 euros la noche. Hay que aprovechar el momento.