domingo, 17 de mayo de 2020

Escrito durante el coronavirus 59


Algún efecto positivo tenía que tener la pandemia. Que no voy a minusvalorar, es una enorme tragedia y nos lleva a una gran crisis económica y social. Pero no hay nada totalmente bueno o totalmente malo, y más vale que en medio del espanto nos fijemos en lo poco salvable que nos ofrece la realidad.

Por ejemplo, se acaba de peatonalizar el paseo de Sarasate de Pamplona. Una reforma que el propio paseo pide a gritos desde hace décadas, había que hacer grandes esfuerzos para no oírlos. Tanto así, que en 1999 Yolanda Barcina llevaba en su programa electoral construir un aparcamiento subterráneo bajo el paseo y peatonalizar la superficie; una vez que fue elegida alcaldesa, y por intereses nunca explicados, prefirió aplicar la medida a la plaza del Castillo, con polémicos resultados. Se nos anuncian otras medidas para ampliar espacios peatonales y rutas ciclistas en Pamplona. Miedo me da, viendo la nefasta política al respecto que ha solido practicar nuestro Ayuntamiento, con corporaciones de uno u otro signo político. Incluso aquella de la que formé parte como concejal. Una de las muchas frustraciones que acumulo de aquella época es la elaboración de una ordenanza de tráfico; no me preocupé de ella porque un compañero de grupo era quien la trabajó y pactó con otros partidos, y yo estaba atareado en otras cosas y tenía que fiarme. El resultado final no me gustó nada, no se contemplaba una política seria para las bicicletas, se limitaba a reproducir las disposiciones del reglamento general de circulación ya en vigor; hice alguna sugerencia al respecto, pero se me contestó que el pacto estaba cerrado, así que me tuve que tragar el texto. En los mandatos sucesivos se han proclamado buenas intenciones y medidas desastrosas.

Pero, en fin, parece que en general se asume que hay que priorizar a los peatones y los ciclistas frente a los automóviles que, hasta ahora, han sido los reyes de las ciudades. Se pone en cuestión el modelo de desarrollo urbano que ha primado durante tantos años y que ha puesto de manifiesto de forma todavía más cruda sus miserias con esta crisis. Se anuncia también que habrá que reducir el abuso del transporte aéreo, aunque solo sea porque es difícil aplicar las medidas de seguridad contra la pandemia en unos aviones donde se ha obligado a los pasajeros a viajar cada vez más apiñados. Y se advierte que habrá que primar el turismo de proximidad o el turismo de interior frente al vicio del turismo de masas que lleva a la gente de un extremo al otro del planeta solo por el placer de sentirse más exótico.

Todavía no he oído que se proponga, pero espero que también se adopten medidas respecto de algo que vengo denunciando hace años. Es al tiempo ridículo e irracional que se desplacen miles y miles de aficionados a un deporte, principalmente al fútbol, para presenciar un partido a miles de kilómetros de su lugar de residencia por puro interés comercial, con derroche de recursos y un daño directo al medio ambiente. Hace pocos años el Real Madrid y el Atlético de Madrid que, como se sabe, son dos equipos de Madrid, jugaron la final de la Champions en Lisboa, allí se desplazaron sus miles de forofos en lugar de jugar en Madrid. Dos años más tarde se repitieron los mismos finalistas, y entonces se fueron hasta Milán. El año pasado la final enfrentó a dos equipos ingleses, el Liverpool y el Tottenham, pero, por supuesto, no jugaron en algún estadio de Inglaterra, no, sus miles de hooligans se desplazaron a Madrid. La única final alemana que ha tenido la Liga de Campeones, llegaron el Bayern de Múnich y el Borussia Dortmund, se jugó en Londres, mientras que la final italiana entre el Milan y la Juventus tuvo lugar en Manchester. Este año la final de la Copa de España la tienen que jugar el Athletic de Bilbao y la Real Sociedad, ya veremos cuándo. Si nadie lo remedia, está previsto que la jueguen en Sevilla. Si se impusiera la razón, jugarían en alguno de los estadios de Bilbao o de San Sebastián, pero es probable que miles de aficionados vascos crucen toda la Península para mayor gloria del deporte, de la hostelería andaluza y del gasto de petróleo, aprovechando que está barato. Y quizás así algún virus norteño conozca tierras sureñas, y viceversa.


No hay comentarios:

Publicar un comentario