martes, 12 de mayo de 2020

Escrito durante el coronavirus 55


Cómo cambian las calles en la fase 1. He salido esta mañana para hacer varias cosas y la transformación era palpable. Hasta ahora, salvo a la hora del paseo vespertino multitudinario, las calles parecían el poblado fantasma de un western o, parafraseando a Dickens, una ciudad desolada. Ahora, con la recuperación de buena parte de la actividad comercial y de servicios, se ve gente, gente que mantiene los dos metros de distancia, mucha lleva mascarilla, pero se respira más vida. Hoy contribuía mucho que la Agencia Estatal de Meteorología haya pecado de pesimista y nos ha pronosticado unas lluvias que apenas han hecho acto de presencia, el mediodía de hoy era muy primaveral y me ha acompañado en mi reencuentro con las terrazas.

Cuentan que el escritor Josep Pla visitó Nueva York. Paseando por el centro observó la imponente iluminación de los rascacielos y las calles de Manhattan y, como buen catalán, preguntó:  “¿Quién paga todo esto?”. Me he acordado de Pla porque alguien preguntaba más o menos lo mismo en Twitter sobre cómo vamos a pagar las consecuencias de la COVID-19. Pues entre todos, claro, me he respondido a mí mismo, de acuerdo con la capacidad económica de cada uno y mediante el sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad de que habla la Constitución. O sea, los que tengan más deberían pagar más y los que tengan menos deberían pagar menos. No soy como aquel que, lo he oído contar a mis padres, cuando la República, se hablaba de que llegaba el comunismo y el reparto de todo, decía: “Qué bien, entre lo que tengo y lo que me va a tocar…”. Creo que yo podría pagar más impuestos que ahora, supongo que tendré que hacerlo y me parece lo adecuado. Otros tendrán que pagar bastante más que yo. Está ya presente el debate, no solo en España, sobre un impuesto o una tasa para ayudar a la recuperación tras la pandemia que deberían pagar los más ricos. Me parece también correcto. Yo añadiría otro recurso más: un impuesto patriótico, que pagarían los más patriotas, aquellos a los que les gusta hablar en nombre de la patria.  El hecho imponible podría ser la posesión y el uso de banderas, la base imponible podría calcularse sobre la superficie. A más metros cuadrados de bandera, mayor cuota tributaria. Con tarifa progresiva, las banderas gigantes deberían pagar mucho más que las banderitas de pulsera. Supongo que los verdaderos patriotas estarían orgullosos de pagar cuanto más, mejor.


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