sábado, 9 de mayo de 2020

Escrito durante el coronavirus 52


Albricias. Ya estamos un poco más cerca del “cuando todo esto pase…”. A partir del lunes en Navarra entramos en la fase 1. Hoy el BOE publica la Orden SND/399/2020, de 9 de mayo, que lleva el hermoso título de “para la flexibilización de determinadas restricciones de ámbito nacional, establecidas tras la declaración del estado de alarma en aplicación de la fase 1 del Plan para la transición hacia una nueva normalidad”. Estamos ansiosos de que nos flexibilicen y nos neonormalicen. En las redes sociales ya circulan las dudas habituales. ¿A qué hora se puede ir a una terraza? A cualquiera, siempre y cuando esté abierta y encuentres sitio, ya que tienen reducido el aforo al 50 %.

Hay que explicar que tenemos dos órdenes ministeriales distintas, que regulan actividades distintas, unas con horarios y otras sin horarios. La Orden SND/380/2020, de 30 de abril, es la que puso las franjas horarias que hemos ido aplicando esta última semana. Y esa orden regula “las condiciones en las que se puede realizar actividad física no profesional al aire libre”. En román paladino, las dos cosas a que se alude en su propio texto: pasear hasta a un kilómetro de distancia del domicilio, y práctica no profesional de cualquier deporte individual, dentro del municipio donde se reside. Mientras que la orden que se publica hoy no afecta a esas actividades, que seguirán igual, y regula sin franjas horarias otras actividades distintas, para las cuales se puede circular por la provincia de residencia: reuniones en lugares cerrados (máximo diez personas), velatorios y entierros, asistencia a lugares de culto, comercio minorista y servicios profesionales, terrazas de establecimientos de hostelería y restauración, bibliotecas, museos, locales culturales (cines, teatros, etc.), instalaciones deportivas al aire libre, hoteles y alojamientos turísticos, actividades de turismo activo y de naturaleza, etc. Todo esto se puede hacer con los horarios normales que marquen los organizadores y empresas, como antes de la epidemia, pero adoptando las medidas de higiene y seguridad que con detalle se regulan en la Orden ministerial. Básicamente, que debemos mantener siempre los dos metros de distancia, lavarnos mucho las manos y ponernos mascarilla en los casos en que se indique como obligatorio.

Hoy he asistido a otra sesión de Poetas con Sombrero, encuentros telemáticos que hemos comentado que estamos muy deseosos de trasladar a la realidad presencial en cuanto se pueda. Como es obligado asistir con sombrero, y aconsejado ir cambiando de sombrero, voy buscando en mis armarios todo tipo de prendas para cubrir la cabeza, tengo más de las que creía, y hoy le ha tocado el turno al turbante que me traje de uno de mis viajes al Sáhara, en apoyo de la República Árabe Saharaui Democrática. Para hacer juego con mi aspecto he puesto en Zoom una fotografía que hice en uno de sus campos de refugiados, y he leído un poema de Mohamed Salem Abdelfatah, “Ebnu”, titulado Hijos del sol y el viento. Es uno de los poetas saharauis de las últimas generaciones que ha estudiado en Cuba y España y escribe en castellano, la segunda lengua de la RASD (la primera es el árabe, en la variedad hasanía). Dice así:

Aún vivimos en las esquinas
de la nada
entre el norte y el sur de las estaciones.
Seguimos durmiendo
abrazando almohadas de piedra
como nuestros padres.
Perseguimos las mismas nubes
y reposamos bajo la sombra de las acacias desnudas.
Nos bebemos el té a sorbos de fuego
caminamos descalzos para no espantar el silencio.
Y a lo lejos
en las laderas del espejismo
todavía miramos, como cada tarde
las puestas de sol en el mar.
Y la misma mujer que se detiene
sobre las atalayas del crepúsculo
en el centro del mapa nos saluda.
Nos saluda y se pierde
en los ojos de un niño que sonríe
desde el regazo de la eternidad.
Aún esperamos la aurora siguiente
para volver a comenzar.


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