jueves, 11 de junio de 2020

Escrito durante el coronavirus 80


Estoy muy preocupado, sobre todo como escritor, que lo soy a ratos. HBO Max, un servicio de vídeo por internet, ha retirado temporalmente de su catálogo Lo que el viento se llevó, y ha anunciado que volverá con un cartel que explique su contexto histórico y que representa algunos de los prejuicios étnicos y raciales que han sido habituales en la sociedad americana. Por lo visto, los clientes de ese servicio, entre los que no me encuentro, son tan incultos que hay que explicarles que cualquier película es fruto de su tiempo y refleja la mentalidad de su época y de sus creadores. Debe de ser gente que no ha pasado por la escuela o, si ha pasado, no ha aprendido nada. Supongo que tendrán que hacer lo mismo con todas las películas y series de televisión que emitan. Explicar que cuando se ve a Charlton Heston separar las aguas del Mar Rojo en Los diez mandamientos no se está narrando un hecho histórico sino una bonita alegoría sobre los orígenes del pueblo hebreo y su huida de Egipto. Explicar que Vito Corleone y los suyos no eran simples hombres de negocios, como repiten varias veces en El padrino, sino mafiosos, y que dejar cabezas de caballo cortadas en la cama de alguien a quien se quiere amenazar no es una práctica empresarial recomendable. O que las imágenes de Errol Flynn corriendo el encierro en Fiesta/The Sun Also Rises no están filmadas en Pamplona sino en Morelia, México, y que no es nada recomendable correr delante de los toros mientras se bebe vino de una bota. Hay que proteger a quienes ven HBO Max de su propia incultura y estupidez.

También cuentan que, a raíz de las protestas contra el racismo que han estallado estos días tras la alevosa muerte de George Floyd (protestas que comparto), los creadores de la serie Friends han pedido disculpas por no haber incluido mayor diversidad racial. Y que critican al difunto J. R. R. Tolkien por racista y machista, ya que en la saga de El señor de los anillos hay demasiados hombres blancos. Supongo que es cuestión de tiempo que a Tolstoi le reprochen que en sus novelas hay demasiados rusos.

Hago examen de conciencia y he de admitir que, quizás, yo también haya pecado. En las tres novelas que he publicado hasta ahora todos los personajes son blancos, no me he preocupado de introducir afrodescendientes o asiáticodescendientes. No se me ocurrió que pintaran nada en una novela ambientada en Pamplona hace pocos años cuyos protagonistas son gente adulta de Pamplona, nacida antes de que hubiera una emigración considerable de otros continentes. Tampoco puse diversidad racial en una novela ambientada en Madrid en 1849, me dejé llevar por la idea de que entonces por allí no habría apenas magrebíes ni subsaharianos. Y tampoco introduje diversidad racial en otra novela que salta entre los años treinta del siglo XX y la actualidad en Andorra y España. A ver si me corrijo en mis próximas novelas, si es que publico alguna, que la cosa está muy difícil, y equilibro un poco mis personajes, distribuyéndolos entre todas las razas y todos los continentes. También entre todas las orientaciones sexuales, ideologías políticas y lenguas maternas. Afortunadamente, sí que he puesto mujeres en mis novelas, incluso con algún papel relevante.

Pero lo que realmente me quita el sueño es pensar cómo juzgarán mis obras dentro de muchos años, o muchos siglos, caso de que no hayan acabado en la hoguera o en la planta de reciclaje de papel. Si las generaciones futuras son como los clientes de HBO Max, necesitarán que les expliquen que son libros escritos en una determinada época, con un determinado punto de vista y que reflejan unos determinados valores. Quizás, en el futuro, los valores cambien y mis futuros lectores no advertidos se horroricen con personajes que viajan en vehículos privados que utilizan combustibles de origen fósil; o que van a ver espectáculos taurinos; o que comen carne; o que no reciclan sus residuos orgánicos en su propio huerto urbano; o que es gente que nunca ha viajado al espacio; o que no llevan en su móvil una app de prevención del COVID-80. Quizás tenga que ir incluyendo ya en todo lo que escriba una petición de disculpas a todo lector del futuro que se sienta molesto por algo.

Estimado lector del futuro: esto está escrito en junio de 2020 con las limitaciones y los bárbaros valores de esta época. Disculpe las molestias.


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