lunes, 1 de junio de 2020

Escrito durante el coronavirus 72


Ya estamos en junio, mi mes favorito, y si otra catástrofe que se superponga a la que ya vivimos no lo impide, en veinte días saldremos del estado de alarma y entraremos en la “nueva normalidad”. Supongo que todos ansiamos recuperar los elementos de la vieja normalidad que hubiéramos deseado llevarnos a la tradicional isla desierta del hipotético naufragio que se utiliza para poner a prueba qué cosas son importantes o imprescindibles. Ahora podríamos variar la pregunta: ¿Qué te llevarías a la nueva normalidad?

En la vieja normalidad, era tradicional que el último viernes de mayo se inaugurara la Feria del Libro de Pamplona (también la de Madrid), que se extendía hasta el primer domingo de junio. Así que, si no se hubiera cruzado el coronavirus en nuestro camino, estaríamos estos días con los puestos de los libreros montados en la plaza del Castillo, presentando libros, hablando de libros… También era tradicional que esta semana llegaran las primeras tormentas veraniegas a Pamplona. Parece ser que la Feria del Libro funciona como un imán para las nubes tormentosas cargadas de agua, electricidad, furia y, alguna que otra vez, pedrisco. Año ha habido en que en todos y cada uno de los días de la Feria ha caído una buena tormenta. Los libreros pamploneses están más que acostumbrados a echar el toldo o la persiana mientras cae el diluvio y volver a abrir cuando pasa la tempestad y sale otra vez el sol.

Este año, la ausencia de Feria ha sido mano de santo. Hace días que la AEMET nos viene avisando de la posibilidad de que caigan chuzos de punta. Hoy hemos estado todo el día en alerta amarilla por tormentas y lluvia. No ha caído una gota y hemos disfrutado de un agradable día veraniego, en este verano que se ha adelantado muchas semanas y que ha dejado sin sentido lo de dejarse el sayo hasta el cuarenta de mayo. Se ha rumoreado que allá por octubre puede que haya algo parecido a la Feria del Libro suspendida. Supongo que ahí arriba están guardando los cumulonimbos, los cirros, los rayos y los relámpagos para entonces.


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