lunes, 8 de junio de 2020

Escrito durante el coronavirus 77



Parece claro que este va a ser el año sin fiestas, sin toros, sin procesiones… Pero, gracias a Dios, no va a ser el año sin fútbol. Este jueves se reanuda la Liga. Han sido casi tres meses de síndrome de abstinencia y se nota. La sociedad está muy crispada, no hay más que darse una vuelta por los medios de comunicación y por las redes sociales. La gente se ha tranquilizado un poco cuando ha podido salir a pasear, y a beber cañas en una terraza, y cuando se han abierto los centros comerciales. Pero la droga de verdad, la droga dura, es el fútbol, y vuelve ya. Con el público confinado detrás de la pantalla del televisor, sí, con equipos que jugarán en estadios en obras, como Osasuna o el Real Madrid, con un calendario y unos horarios todavía más extraños que antes, de modo que ningún televidente se escape. Pero fútbol al fin. A mí no me entusiasma el fútbol, ni ningún deporte televisado, ni la televisión, así que poco me va a cambiar las costumbres, pero me alegro infinito de la vuelta del fútbol por el efecto terapéutico que puede tener sobre la salud mental de la población. No espero curación de sus males pero, al menos, que esté controlada y los síntomas más agudos mitigados. A falta de tratamiento efectivo contra el coronavirus, al menos cuidados paliativos a nuestro desquiciamiento colectivo.


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