miércoles, 29 de abril de 2020

Escrito durante el coronavirus 44


Siguen, con moderación, las buenas noticias. Ayer no hubo muertos por coronavirus en Navarra, primer día en varias semanas. Las cosas mejoran y ayer el Gobierno de España nos anunció las fases de la desescalada que nos llevará a una “nueva normalidad”. Si nos portamos bien y hay suerte, tendremos verano, incluso tendremos vacaciones de verano. No serán iguales, habrá límites y restricciones, pero habremos vuelto a poder viajar, aunque no sea muy lejos, poder pasear, poder comer en un restaurante con unos amigos, poder tomar unas cañas en una terraza mirando el mar. El futuro, y el alma, se ensanchan con la esperanza de que en unas cuantas semanas recuperaremos una parte de la vida que el virus nos ha arrebatado.

Viene rodando por diversos medios de comunicación desde hace unos días un artículo que, más o menos, lleva por titular “Los países gobernados por mujeres, los que mejor combaten la pandemia”. Una sandez bien recibida porque halaga a las mujeres y viene de una fuente supuestamente prestigiosa, lo han dicho en “la publicación especializada Forbes”. ¿En qué está especializada la revista Forbes? En finanzas y en el mundo de los negocios. Ni en epidemiología ni en política, tampoco en todología, así que sus conclusiones hay que tomarlas con bastante precaución.

El artículo original de Forbes, titulado “What Do Countries With The Best Coronavirus Responses Have In Common? Women Leaders”, viene firmado por Avivah Wittenberg-Cox, titulada en informática y administración de empresas, consultora canadiense/francesa en temas de género que dirige una compañía de asesoramiento empresarial ubicada en el Reino Unido. Es decir, que no es especialista ni en epidemiología ni en política. ¿Cuáles son las fuentes que cita para sostener la tesis que da título a su artículo? Casi ninguna, por no decir ninguna. Todo es de su cosecha y sin ningún estudio detrás. Simplemente aporta una tabla de elaboración propia con siete países, Dinamarca, Islandia, Finlandia, Alemania, Nueva Zelanda, Noruega y Taiwan. Solo ofrece dos datos: el nombre de la líder y el número bruto de muertes por COVID-19 a 12 de abril procedente del Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades.

El artículo contiene, principalmente, dos trampas. La primera, dar por sentado que son precisamente esos siete países los que lo están haciendo mejor en relación con el coronavirus. ¿De dónde sale ese dato? No hay ninguna tabla comparando esos siete países con el resto del mundo. Los expertos, los especialistas de verdad en epidemiología, tanto en la OMS como en los países afectados, todavía no se han puesto de acuerdo en un método uniforme para contar los infectados y para contar las muertes que se pueden atribuir al coronavirus. Hay una desconfianza general en la fiabilidad de los datos de que se dispone por ahora. Los expertos tampoco saben todavía por qué la epidemia ha afectado más a unos países que a otros, ni siquiera saben por qué dentro de algunos países ha afectado con mucha mayor virulencia a unas regiones que a otras. Tampoco se ponen de acuerdo en cuáles son las mejores soluciones para atajar la pandemia. Sí que nos dicen que solo estamos asistiendo a su inicio, que vamos a tener que convivir con el virus mucho tiempo. Ningún país puede decir que lo ha derrotado, como mucho que lo ha contenido y que ha logrado invertir la famosa curva de propagación, algunos ni siquiera eso, están todavía en la curva ascendente. Todavía no hay estadísticas fiables que nos ofrezcan una imagen del fenómeno como para concluir cuáles son los países que han tenido más éxito en la lucha contra la pandemia y cuáles los que menos, qué medidas políticas y sanitarias han sido más eficaces y cuáles han sido menos eficaces. Todo eso necesitará tiempo. Pero la señora Wittenberg-Cox ya ha decidido que los mejores son justamente esos siete países que ha elegido y que están liderados por mujeres. La señora Wittenberg-Cox relata brevemente lo bien que lo están haciendo esas mujeres y sugiere que se les compare con hombres que lo están haciendo rematadamente mal: Trump, Bolsonaro, López Obrador, Modi, Duterte, Orban, Putin, Netanyahu. No explica por qué elige justamente esos líderes, cuando las cifras oficiales de muertes por coronavirus, único dato que ofrece en su artículo, son relativamente bajas, por ejemplo, en India, Hungría o Israel, pese a lo antipáticos que puedan resultar sus dirigentes.

La segunda trampa es haber elegido, de forma arbitraria, esos países y afirmar que tienen un liderazgo femenino. Porque en la selección mezcla, sin otra justificación que la conveniencia para apuntalar su tesis, países donde una mujer ostenta la jefatura del Estado con países donde una mujer ostenta la jefatura del Gobierno (ninguno de los países elegidos tiene régimen presidencialista, ni siquiera Taiwan, donde el Parlamento puede derribar al Gobierno). Dinamarca, Islandia, Finlandia, Alemania, Nueva Zelanda y Noruega tienen una mujer al frente del Gobierno, pero Taiwan la tiene como jefa del Estado. En Taiwan el presidente del Gobierno es un hombre. En Islandia, Finlandia, Alemania y Noruega el jefe del Estado es un hombre. En Dinamarca y Nueva Zelanda lo es también una mujer, en este último país la reina Isabel II, jefa del Estado en todos los países miembros de la Commonwealth. La señora Wittenberg-Cox, con el mismo criterio, o falta de él, podía haber seleccionado a todos los países donde reina Isabel II, pero, claro, entre los países que están combatiendo bien el coronavirus no le conviene citar al Reino Unido. Podría haber elegido otros países que también tienen mujeres como primeras ministras y que no resultan tan fáciles de ubicar entre los que mejor luchan contra la pandemia, como Bélgica, con no muy buenas cifras de mortalidad, pero es más cómodo echarle la culpa al rey Felipe, o como Serbia, con cifras muy discretitas. O haber hablado del gran papel que está teniendo la Unión Europea (cerrar ironía) en esta pandemia gracias a la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen. O haberse referido a otros países gobernados por hombres que parece, solo parece a reservas de tener mejores datos, que lo están haciendo bien ya que tienen relativamente pocos muertos, como Portugal, como Grecia, como Japón, como Corea del Sur.

Si nos tomáramos en serio la tesis de la señora Wittenberg-Cox, que no es una tesis seria, no podríamos comprender porqué la Comunidad de Madrid, con una mujer al frente, ofrezca cifras tan desastrosas en la lucha contra el coronavirus, y porqué Canarias, con un hombre al mando, las tiene tan buenas. Quizás, quizás, es que haya otros factores, que no tienen nada que ver con el género de los políticos, que expliquen mejor todo lo relacionado con la pandemia, como el desarrollo económico, el gasto sanitario, el clima... Pero, ya se sabe, quien tiene la costumbre de trabajar dando golpes con un martillo, acaba considerando que todo son clavos.

Durante siglos se afirmó que las mujeres no valían para gobernar, que era una cosa que debían hacer solo los hombres. Hoy pensamos que eso es falso, que no era más que un prejuicio interesado, pero hay quienes parecen aceptar que la proposición contraria pueda ser cierta, que las mujeres gobiernan mejor que los hombres. Otro prejuicio igual de falso y con la misma ausencia de base.


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