Años
más tarde nos hemos enterado todos, no solo Joaquín Sabina, de que quien nos ha
robado el mes de abril ha sido la pandemia de coronavirus. Asumida la triste
realidad y dando por perdido todo abril, lo peor, además de ser lunes, es que
nos hayan robado las vacaciones de Semana Santa que en estos momentos deberíamos
estar a punto de empezar. Yo tenía previsto hacer una gira por Albacete (sí, no
es un lugar muy turístico, pero es una de las seis capitales de provincia españolas
que me faltan visitar, y me he propuesto acabar la lista antes de morir), Elche
(no he estado nunca y tienen un palmeral que es patrimonio mundial) y Valencia.
Tuve que cancelar las reservas y dejarlo para otro momento. Cuando todo esto acabe
(frase que estamos desgastando a conciencia, como nuestros padres y abuelos
desgastaron las de “antes de la guerra” o “cuando la guerra”), tengo el
propósito de desquitarme y hacer mucho turismo, entre otras cosas para ayudar a
reactivar la economía y, en particular, al sector turístico y a la hostelería.
Los que vamos a salir de la epidemia y a entrar en la crisis económica con un
sueldo asegurado tendremos que consumir y gastar por obligación. Lo llamaremos
consumismo solidario y sostenible, que son adjetivos que se usan mucho como
patente de corso para múltiples actividades, algunas de ellas nada solidarias
ni sostenibles. Quizás la pandemia nos proporcione algún otro epíteto
publicitario, como antivírico o antiepidémico, que
ayude a justificar y vender cualquier cosa. Turismo solidario y antivírico.
lunes, 6 de abril de 2020
Escrito durante el coronavirus 25
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario