martes, 7 de abril de 2020

Escrito durante el coronavirus 26

Hoy me tocaba la única salida al exterior que estoy haciendo a la semana, principalmente para hacer la compra. Me he abastecido de lo necesario para sobrevivir confinado una semana más, pero he tenido que pasar una dura prueba. En el supermercado se habían agotado los guantes de plástico, y había que calzarse en las manos unas bolsas. Lo más difícil ha sido en la caja al sacar la tarjeta de la cartera para pagar. Y una vez en casa, me he encontrado con el problema de cómo se quita uno correctamente las bolsas de plástico de las manos. Se han difundido muchos videos explicando la forma correcta de quitarse los guantes, pero sobre bolsas todavía no hay nada. Me he lavado las manos compulsivamente, presa del Síndrome del Asintomático, espero no haberme contaminado ni haber contaminado nada.

Hablando de productos agotados. Todavía no he logrado comprar una webcam. Después del papel higiénico y de la cerveza de los primeros días, y de las mascarillas ahora mismo, es uno de los productos que resultan más difícil de conseguir. Al menos, los modelos normales, sí que hay existencias de los más caros y sofisticados que casi cuestan más que el ordenador al que los vas a conectar. Pero salvo que uno vaya a llamar a la Estación Espacial Internacional, me parecen una inversión un tanto exagerada. Lo he intentado en el comercio presencial y online, sigo manteniendo algunos contactos y quizás lo consiga pero la cosa está difícil. Por ahora me he ido apañando con el móvil, con el cual se pueden hacer videoconferencias bastante apañadas, pero como ofrece algunas incomodidades y parece que la cosa va para largo, pensé en hacerme con una webcam para el ordenador porque con unas pocas semanas de confinamiento más habré amortizado el gasto. Ya tengo varios grupos con los que me comunico habitualmente. Parece ser que a muchísima gente se le ha ocurrido la misma idea de comprarse la webcam, entre otras cosas para teletrabajar desde casa y hacer reuniones de trabajo.

Yo no era muy partidario, la gente gana mucho en el recuerdo cuando no la ves, pero supongo que uno de los cambios que va a sufrir nuestra vida futura va a ser el de generalizarse las reuniones virtuales, que antes solo hacían los más avanzados tecnológicamente. Una vez que todo el mundo se ha provisto de una webcam y ha aprendido a usar las aplicaciones que permiten las videoconferencias, seguirá con la costumbre. Sobre todo, digo yo, con las de teletrabajo. Las empresas, salvo las que fabrican mascarillas y webcams, que se estarán forrando, van a estar un poco achuchadas económicamente y, tras hacer cuentas del dinero que se ahorran en desplazamientos, irán aboliendo las reuniones presenciales. Y detrás iremos todos los demás…


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