Las
noticias que no he podido evitar leer hoy no son buenas. Parece ser que ni los
expertos, ni los políticos, ni nadie, sabe cómo va a evolucionar la epidemia y
todas las previsiones que se han hecho van fallando. Pero no tenemos más
remedio que seguir las instrucciones que nos dan para combatir la propagación
del coronavirus y seguir recluidos, porque nosotros tampoco sabemos más que
quienes dan las instrucciones.
Para
animarnos un poco vamos a recordar que hoy es el Día Mundial de la Poesía.
Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera, y podrán
morir todos los poetas de coronavirus, pero no podrán matar la poesía. Con tal
motivo, y porque no tenía cosa mejor que hacer, he participado en una de las
muchas quedadas poéticas, obligadamente virtuales, que ha habido hoy. Como no
soy poeta he leído un poema ajeno, aunque me he atrevido a hacer mi propia
versión en castellano del original
en inglés. Es de una escritora
norteamericana, Kitty O’Meara, lo escribió hace cinco días inspirada por la
pandemia, y se ha vuelto viral en las redes sociales. A alguien se le ocurrió
decir que es un poema escrito en 1800 durante una epidemia de peste y así se va
difundiendo. Como
siempre, la leyenda es más hermosa que la realidad. En estos días florecen mil
patrañas, fake news les dicen ahora, sobre el coronavirus.
El
poema se titula En tiempo de pandemia y dice así:
“Y la
gente se quedó en casa. Y leyeron libros, y escucharon, y descansaron, hicieron
ejercicio, crearon arte, y jugaron, y aprendieron nuevas formas de ser y de
estar. Y escucharon más profundamente. Algunos meditaron, algunos rezaron,
otros bailaron. Algunos se encontraron con sus fantasmas. Y comenzaron a pensar
de diferente manera.
Y la
gente sanó. Y sin gente viviendo de forma inconsciente, peligrosa, sin sentido
y sin corazón, la tierra comenzó a sanar.
Y
cuando pasó el peligro y todos se volvieron a reunir, lloraron sus pérdidas,
emprendieron nuevos caminos, soñaron con nuevos horizontes, crearon nuevas
formas de vivir y curaron la tierra por completo, igual que ellos se habían
curado”.
Y ya
que hablamos de las cosas que pasan en internet. Alucinado me tienen los
cientos de “me gusta” que está recibiendo un video que colgué en Facebook con
la siguiente leyenda: “Rampa mecánica entre Abejeras y Río Ega. La mitad de los
días del año averiada. Ahora que estamos encerrados en casa funcionando sin
parar”. Lo grabé al pasar por delante en una de mis escasas salidas autorizadas
de casa, me llamó la atención el contraste de las calles desiertas y la rampa
en funcionamiento. A veces uno trabaja mucho un texto con una idea que le
parece brillantísima y, cuando lo pone en las redes, casi nadie le hace caso. Y
otras veces uno cuelga cualquier ocurrencia sin pensarlo mucho y obtiene unos
efímeros momentos de gloria. Imposible desentrañar las claves del éxito.
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