Por
motivos profesionales soy de esos raros especímenes que lee los diarios
oficiales, entre ellos, el Boletín Oficial del Estado. Y fui una de las muchas
personas que, anoche, estuvo esperando a pie de la pantalla de ordenador (hace
tiempo que todos los boletines oficiales son electrónicos y no en papel) a ver
cuándo salía el número extraordinario que recogía el nuevo Real Decreto-ley aprobado
en el Consejo de Ministros dominical que da otra vuelta de tuerca al
confinamiento domiciliario. Faltaban apenas veinte minutos para la medianoche
cuando, al fin, se publicó. Como suele ser habitual en estas disposiciones de
emergencia, se establecía que entraba en vigor el mismo día de su publicación.
Un poco difícil, porque para cuando uno acababa de leerlo ya estábamos en lunes.
En
estos momentos no me quiero unir a los que van a degüello contra cualquier cosa
que hace o dice el Gobierno. Pienso que todo Gobierno es un mal necesario al
que hay que vigilar, controlar y criticar porque cualquiera que ejerza poder,
como mínimo, a veces se equivoca y, con frecuencia, también abusa. Así que,
aunque manden los tuyos, hay que estar siempre alerta. Pero también conviene
ejercer la crítica con rigor, después de obtener y analizar la información precisa,
en el momento adecuado y en términos constructivos. Con la que está cayendo, hay
que ser muy prudentes y esperar un poco antes de criticar, ahora la prioridad
es acabar con la pandemia. Claro que patrocinar esta conducta va en contra de
nuestras más arraigadas costumbres de hooligans políticos. Como cantaba
Loquillo, “para qué discutir, si puedes pelear”, o como escribió Patxi Irurzun,
“¿Para qué vamos a perder el tiempo hablando si podemos arreglarlo a hostias?”.
Pero
sobre esta publicación apresurada y a deshoras del BOE, que se va convirtiendo
en costumbre, sí quiero hacer alguna pequeña reflexión. Entre las muchas cosas
que tendremos que revisar en el futuro, en la nueva civilización que saldrá de
las ruinas de la que hemos conocido antes de la pandemia, quizás esté el
régimen de publicación de las normas y de su entrada en vigor. Hasta ahora
hemos supuesto que los diarios oficiales tienen una fecha de publicación y que
las normas entran en vigor un día determinado a las 0:00 horas. En el
futuro, quizás debamos tener en cuenta la hora de publicación y la hora de entrada
en vigor, porque el tiempo hoy no funciona igual que en el pasado, vivimos en
un tiempo mucho más líquido.
En realidad,
es lo mismo que sucede con los periódicos en general. En otros tiempos un
periódico era una publicación impresa en papel que llevaba la fecha del día en
que se imprimía. Recién impreso, se ponía a la venta. Algunos se publicaban
todos los días y por eso se llamaban diarios (Diario de Mallorca, Daily
Telegraph, Giornale di Sicilia). Durante siglos hubo periódicos de
la mañana y periódicos de la tarde, el nombre de algunos de ellos todavía
refleja esa costumbre: La Mañana, Corriere della Sera, Manchester
Evening News. Algunos periódicos importantes tenían varias ediciones
diarias, a la mañana, a la tarde, incluso a la noche.
Este
orden al que estábamos acostumbrados los que tenemos ya cierta edad, en el que
preguntábamos “¿Qué dice hoy el periódico?”, se ha roto completamente con internet
y la digitalización de los periódicos. Las noticias aparecen en la web de cada
medio en cualquier momento, según se van produciendo, a lo largo de todo el
día. Aunque muchas de ellas se impriman, y el ejemplar en papel se ponga a la
venta cada mañana (la prensa vespertina se ha extinguido), para entonces ya es
una noticia antigua que hemos conocido a través de la web, de la radio o de la
televisión. Si uno compara la edición digital con la de papel, comprueba que
las noticias impresas aparecen en la web con fecha (y hora) del día anterior. En
estos tiempos de noticias electrónicas también han surgido prácticas de
piratería informativa como la de compartir en las redes sociales noticias
antiguas como si fueran de ahora mismo. Hasta los cataplines me tienen los que esta
semana han colgado repetidamente la noticia de la detención de Puigdemont en
Alemania, sin advertir que es una noticia de hace dos años. Si una media verdad
suele constituir la peor de las mentiras, una noticia antigua puede ser la más
perversa de las fake news.
El BOE
tiene su origen en la Gaceta de Madrid, un periódico impreso que
originalmente daba noticias y que se empezó a publicar en 1661. Desde 2009 es
una publicación electrónica, pero mantenemos ciertas prácticas que se han
vuelto mera ficción, como su formato de periódico diario que aparece, de ordinario,
por la mañana, y que podemos leer al inicio de la jornada de trabajo los que
todavía tenemos ese vicio. A estas alturas de la historia, sería más práctico que
hubiera una publicación continua donde cada disposición, resolución o anuncio
llevara la fecha y la hora en la que se ha colgado de la web.
Sí, ya
sé que mientras yo escribo sobre estas nimiedades otros se ocupan de servicios
esenciales como salvar vidas o colocar banderas a media asta. Pero es que
algunos no tenemos ninguna utilidad para cosas más importantes…
No hay comentarios:
Publicar un comentario