lunes, 15 de junio de 2020

Escrito durante el coronavirus 83


Última semana ya de estado de alarma, y la que viene llegamos al estado de nueva normalidad. Bueno, el que fuera normal antes, supongo que para los demás será la nueva anormalidad. Las noticias son buenas, ayer en Navarra fue el día cero, cero casos nuevos, cero ingresados y cero muertos por coronavirus.

Tengo un mensaje para Esteban. No tengo ni idea de quién es Esteban, pero el mensaje me ha aparecido en el correo electrónico, concretamente en la carpeta que se llama “correo no deseado” (alguna vez he mirado si se le puede cambiar el nombre por algo como “intentos de timo” o “mensajes del frenopático”, pero no). Lo habitual es que los mensajes que me aparecen estén dirigidos a mí, con mi nombre de pila, aunque sea de gente a la que no conozco de nada. Hoy mismo tengo otro mensaje, parecido al que recibo últimamente casi todos los días, cuyo asunto reza así: “Miguel, paquete retenido en terminal”. No sé en qué terminal retienen el paquete, que siempre es igual, un teléfono ganado en un concurso, a veces me lo envía Amazon, a veces Top Electronics April, y me invitan a pagar el porte haciendo clic en un enlace. Ya sé que es una increíble suerte ganar un teléfono todos los días en un concurso, pero como ya tengo teléfonos de sobra, un móvil, un móvil antiguo de repuesto, y un fijo, me da pereza y no lo recojo. Tampoco he respondido al mensaje que decía “Hola Miguel. Para mantener a las personas en el interior, estamos regalando 6 meses de transmisión a las primeras 500 personas”, y que me ofrecía una suscripción a Netflix. No he querido desengañarles de que no soy una de las primeras 500 personas que buscan. Más cariñosos son los de Coinmarket Traders Inc., que me escribían hace poco: “Querido Miguel: Este es un mensaje de servicio para informarle que su pago ha sido confirmado. El monto total está disponible en la billetera de su cuenta. Vaya a su cuenta para ver sus fondos disponibles. Monedero de cuenta: €8.941,01 (1.12 BTC)”. En cambio, los del Grupo Banipol que me escribieron para ofrecerme un inversor/financiero o un préstamo, empezaban con un “Estimado señor o señora”, no tenían muy claro mi sexo. En fin, hasta ahora estaba convencido de que todos esos mensajes eran para mí, pero el de hoy tiene como asunto “Esteban, Has sido aprobado para comerciar Bitcoin” y empieza con un cordial “Hola Esteban”. Está claro que este mensaje, y la oferta de hacerme rico, una vez más, invirtiendo en criptomonedas, no es para mí, sino para un tal Esteban, y me surge la duda de si otros mensajes que recibo no serán también fruto de un equívoco y, en realidad, dirigidos a otras personas. Por ejemplo, el que me envió Alexandre Denizot, que no llevaba nombre alguno de destinatario, y que tras informarme de que sufría “una Garganta Terminal de Cáncer” me ofrecía una donación de 3.700.000 € para ayudar a los pobres. Quizás el Grupo Banipol busque a un señor o señora que no soy yo (si buscan una señora, seguro que no). Pero incluso esos teléfonos que se quedan en la terminal pueden ser para otro Miguel que no soy yo, Miguel es un nombre muy usual. En fin, voy a comprobar si recibir mensajes para otra persona y no dar cuenta al remitente de su error, o a las autoridades, o a alguien, puede ser un delito o una infracción administrativa. A ver si la terminal va a quedar colapsada por mi culpa, por los paquetes que nadie recoge porque mi carpeta de correo no deseado está haciendo de tapón. Como si el comercio internacional no tuviera suficientes problemas ya.

Por favor,  si alguien sabe quién puede ser Esteban, que se ponga en contacto conmigo.


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