Última
semana ya de estado de alarma, y la que viene llegamos al estado de nueva normalidad.
Bueno, el que fuera normal antes, supongo que para los demás será la nueva anormalidad.
Las noticias son buenas, ayer en Navarra fue el día cero, cero casos nuevos,
cero ingresados y cero muertos por coronavirus.
Tengo
un mensaje para Esteban. No tengo ni idea de quién es Esteban, pero el mensaje
me ha aparecido en el correo electrónico, concretamente en la carpeta que se
llama “correo no deseado” (alguna vez he mirado si se le puede cambiar el
nombre por algo como “intentos de timo” o “mensajes del frenopático”, pero no).
Lo habitual es que los mensajes que me aparecen estén dirigidos a mí, con mi
nombre de pila, aunque sea de gente a la que no conozco de nada. Hoy mismo tengo
otro mensaje, parecido al que recibo últimamente casi todos los días, cuyo
asunto reza así: “Miguel, paquete retenido en terminal”. No sé en qué terminal
retienen el paquete, que siempre es igual, un teléfono ganado en un concurso, a
veces me lo envía Amazon, a veces Top Electronics April, y me invitan a pagar
el porte haciendo clic en un enlace. Ya sé que es una increíble suerte ganar un
teléfono todos los días en un concurso, pero como ya tengo teléfonos de sobra,
un móvil, un móvil antiguo de repuesto, y un fijo, me da pereza y no lo recojo.
Tampoco he respondido al mensaje que decía “Hola Miguel. Para mantener a las
personas en el interior, estamos regalando 6 meses de transmisión a las
primeras 500 personas”, y que me ofrecía una suscripción a Netflix. No he
querido desengañarles de que no soy una de las primeras 500 personas que
buscan. Más cariñosos son los de Coinmarket Traders Inc., que me escribían hace
poco: “Querido Miguel: Este es un mensaje de servicio para informarle que su
pago ha sido confirmado. El monto total está disponible en la billetera de su
cuenta. Vaya a su cuenta para ver sus fondos disponibles. Monedero de cuenta:
€8.941,01 (1.12 BTC)”. En cambio, los del Grupo Banipol que me escribieron para
ofrecerme un inversor/financiero o un préstamo, empezaban con un “Estimado
señor o señora”, no tenían muy claro mi sexo. En fin, hasta ahora estaba
convencido de que todos esos mensajes eran para mí, pero el de hoy tiene como
asunto “Esteban, Has sido aprobado para comerciar Bitcoin” y empieza con un
cordial “Hola Esteban”. Está claro que este mensaje, y la oferta de hacerme
rico, una vez más, invirtiendo en criptomonedas, no es para mí, sino para un
tal Esteban, y me surge la duda de si otros mensajes que recibo no serán
también fruto de un equívoco y, en realidad, dirigidos a otras personas. Por
ejemplo, el que me envió Alexandre Denizot, que no llevaba nombre alguno de
destinatario, y que tras informarme de que sufría “una Garganta Terminal de
Cáncer” me ofrecía una donación de 3.700.000 € para ayudar a los pobres. Quizás
el Grupo Banipol busque a un señor o señora que no soy yo (si buscan una
señora, seguro que no). Pero incluso esos teléfonos que se quedan en la
terminal pueden ser para otro Miguel que no soy yo, Miguel es un nombre muy
usual. En fin, voy a comprobar si recibir mensajes para otra persona y no dar
cuenta al remitente de su error, o a las autoridades, o a alguien, puede ser un
delito o una infracción administrativa. A ver si la terminal va a quedar
colapsada por mi culpa, por los paquetes que nadie recoge porque mi carpeta de
correo no deseado está haciendo de tapón. Como si el comercio internacional no
tuviera suficientes problemas ya.
Por favor, si alguien sabe quién puede ser Esteban, que se ponga en contacto conmigo.
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