Aunque
ya hace semanas que nos permiten viajar por la provincia, no me había alejado
de la cuenca de Pamplona hasta ayer. El paseo sabatino fue en el Baztan, en un
lugar que no conocía, entre la Etxebertzeko Borda y el Infernuko Errota (molino
del infierno). Se llega después de recorrer una veintena de kilómetros desde
Oronoz hacia el norte por carreteras de montaña, que en realidad son antiguos
caminos de herradura asfaltados u hormigonados que comunican los caseríos dispersos
allá arriba. Hoy muchos de ellos se han reconvertido en casas rurales y
restaurantes. Los paisajes son preciosos, el número de turistas no excesivo
dado lo remoto del lugar y, tras el paseo, se puede comer estupendamente en la Etxebertzeko
Borda. La tranquilidad está asegurada porque ni siquiera hay cobertura
telefónica, así que nadie te puede molestar con llamadas o
mensajes. Y más que palabras, mejor pongo unas imágenes…
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