Luis Quintanilla en la cárcel Modelo de Madrid en 1934.
Luis Quintanilla fue un pintor
nacido en Santander, en el seno de una familia acomodada. Comenzó estudios de arquitectura
en Deusto y Madrid, que dejó por los de náutica en su ciudad natal; empezó a
trabajar como marino y navegó por Europa y América, pero sus inquietudes
artísticas le hicieron trasladarse a París en 1912, con apenas veinte años. Alquila
un estudio en Montmartre y, para ganarse la vida mientras aprende a pintar, hace
diversos trabajos, desde boxeador hasta profesor de español, y logra conocer a
muchos pintores de la época: Gris, Degas, Modigliani, Chagall, Zuloaga. Al
iniciarse la I Guerra
Mundial está de viaje por Alemania y Austria, regresa a París y en 1915 vuelve
a España. Se instala en Madrid, hace el servicio militar como delineante en la Brigada Topográfica ,
continúa su aprendizaje y se aficiona a los toros. Se especializó en la pintura
mural, así como en el dibujo y en el repujado de cuero. En 1920 regresó a París
y en los años siguientes hizo continuos viajes por España, Alemania, Italia,
país este donde disfrutó de una beca de la Junta de Ampliación de Estudios, y Francia, donde
pintó unos murales en el consulado español de Hendaya. A partir de 1929 reside
en Madrid, milita en el PSOE y participa activamente en política, pasando una
temporada por la cárcel en 1934. Durante la Guerra Civil combate
en el ejército de la
República y le encargan unos frescos para el pabellón de
España en la
Exposición Universal de Nueva York de 1939. Con la victoria
del bando franquista el encargo se anula y los murales estuvieron perdidos
hasta 1990, hoy están en el paraninfo de la Universidad de
Cantabria. Quintanilla se exilió en Nueva York, donde pudo trabajar como pintor
y como escenógrafo para Hollywood. Regresó a Francia en 1958 y a España en
1976, falleciendo en Madrid dos años más tarde. Escribió un libro de memorias, Pasatiempo. La vida de un pintor, que se
publicó en 2004.
Quintanilla
hizo amistad con Hemingway en París en 1922 y la mantuvieron toda la vida ya
que coincidieron en diversas circunstancias, tanto en Francia como en España y en
Estados Unidos. En la exposición “Recuperando a Hemingway” el panel dedicado a
Quintanilla afirmaba que fue una de las primeras personas con las que Hemingway
entabló relación en París y añadía: “Seguramente, el pintor santanderino fuera
la primera persona que le habla profundamente de Pamplona y San Fermín”. En
efecto, tanto en la biografía escrita por su hijo Paul Quintanilla (Waiting at the Shore: Art, Revolution, War,
and Exile in the Life of the Spanish Artist Luis Quintanilla, 2014) como en
el libro de su sobrino Joaquín Fernández-Quintanilla (Al final de la cabriola. Conversaciones con el pintor Luis Quintanilla,
2008), se cuenta que en París, visto su interés, habló a Hemingway de las
corridas de toros y le aconsejó visitar Pamplona, donde podría, además, ver el
encierro. Ese mismo panel decía también: “Una de las últimas visitas de
Hemingway a París en 1960 la hizo junto a Luis Quintanilla, cerrando así un
ciclo de arte, cultura y compromiso social generado en el París de los años 20” . El dato, recogido por el
sobrino del propio Quintanilla, según el cual un año antes de su muerte estuvo
con él en París, no es exacto. Hemingway no estuvo en París en 1960. Pasó la
mayor parte del año en su casa de Cuba; en mayo coincidió con Fidel Castro en
una competición de pesca; entre agosto y octubre estuvo en España, para
completar sus datos para El verano
sangriento (aunque su deteriorado estado de salud no le permitió apenas
trabajar), y luego volvió a Estados Unidos donde estuvo intermitentemente
hospitalizado hasta su muerte, en julio de 1961. En la biografía de Quintanilla
se precisa que su última reunión tuvo lugar en el otoño de 1959, la última vez
que Hemingway estuvo en París a la vuelta de su larga temporada taurina en
España siguiendo a Ordóñez y Dominguín.
Tampoco es cierto, como
afirmaba la nota municipal que presentaba la exposición, que Quintanilla fuese
una de las personas que acudieran a Pamplona en los años veinte bajo la
influencia de Hemingway. Ni en su autobiografía, en la que habla con detalle de
las muchas ciudades que visitó, ni en su biografía, ni en sus conversaciones,
se cuenta que estuviera nunca en Pamplona, ni hay dibujos o pinturas realizados
en ella. Sin duda que, siendo santanderino y aficionado a los toros, habría
oído hablar de los sanfermines, pero no hay la menor prueba de que los
visitase.
Publicado en Diario de Noticias de 13 de julio de 2018
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