Dorothy
Parker, nacida Rothschild, con orígenes familiares judíos alemanes y escoceses,
fue una prolífica autora neoyorquina que escribió poesía, cuentos, teatro, cine
y crítica literaria. Trabajó en revistas como Vanity Fair, Vogue, The New Yorker o Esquire, y en películas como Ha
nacido una estrella o Una mujer
destruida, cuyos guiones fueron nominados al Oscar. Es sobre todo conocida,
junto con su amigo el actor y humorista Robert Benchley, como animadora de la
tertulia de escritores, actores y periodistas llamada la Mesa Redonda o el "círculo
vicioso” del Algonquin, que se reunió en ese céntrico hotel de Manhattan de 1919 a 1929. Fue también
ardiente activista política por los derechos civiles y contra el nazismo, lo
que la llevó a ser investigada por el FBI como sospechosa de ser comunista y a aparecer
en la Lista Negra
de Hollywood durante el macartismo.
En la
exposición “Recuperando a Hemingway” se le dedicó un panel en el que rezaba lo
que sigue: “Amiga íntima de Ernest Hemingway, en el año 1926 realiza un viaje
por Europa que le lleva a conocer París, Barcelona, Zaragoza, Pamplona y
Hendaia. Quedó horrorizada por las corridas de toros”. Solo conozco una fuente
que afirme que estuviera en Pamplona en 1926: “Hemingway’s Literary Sisters:
The Autor through the Eyes of Women Writers”, de Rena Sanderson, incluido en Hemingway and Women: Female Critics and the
Female Voice, recopilación editada por Lawrence R. Broer y Gloria Holland
en 2002. Afirma que en su viaje a Europa de 1926 “pasó un tiempo en Villa
America, la casa de los Murphy en Antibes, la Riviera francesa, pasó
algún tiempo en los Alpes, y se unió a los Hemingway en España para ver correr
a los toros en Pamplona” (traduzco del original).
Lo cierto es
que ese supuesto paso por Pamplona no aparece acreditado en ninguna de sus
biografías (Dorothy Parker: ¿Qué nuevo
infierno será éste? y Bobbed Hair and
Bathtub Gin: Writers Running Wild in the Twenties, de Marion Meade, o Dorothy Parker: la importancia de vivir,
de John Keats), ni tampoco en las de Hemingway, ni en su correspondencia. Cuentan
sus biógrafos que Dorothy Parker era admiradora de Hemingway tras leer uno de sus
primeros libros y cuando, en febrero de 1926, supo que estaba haciendo una
breve visita a Nueva York, hizo que les presentaran. Hicieron buenas migas y,
oyéndole hablar de Europa y deseando huir de sus problemas personales (recientemente
se había intentado suicidar), decidió tomar el mismo barco en el cual él regresaba
poco después a Francia, acompañada por Benchley. De París Hemingway se fue a
Austria, donde pasaban el invierno su mujer y su hijo y había quedado para
esquiar con Dos Passos y los Murphy; Benchley regresó pronto a casa, mientras que
Parker se quedó a conocer la ciudad. Allí se le reunieron Seward Collins, su
novio por entonces (estaba separada de su marido, Edwin Parker), con sus amigos
Gilbert y Alice Seldes, escritor norteamericano y su esposa de gira por Francia.
Viajaron por el Midi, parece que visitaron a los Murphy en Antibes, y por
España, conocieron Madrid, la
Semana Santa de Sevilla y asistieron a una corrida de toros
en Barcelona que horrorizó a Dorothy Parker. Cuando un toro embistió al caballo
y le sacó los intestinos, salió corriendo de la plaza. De vuelta en París, en
una carta fechada el 4 de mayo, Hemingway cuenta a Scott Fitzgerald que, “por
supuesto”, Dorothy y sus amigos (que no le caían demasiado bien) “odiaban”
España. El propio Hemingway viajó a Madrid para la feria de San Isidro a
mediados de mayo, luego fue a Antibes, a Pamplona (pasó los sanfermines con su
esposa, Hadley, con Pauline Pfeiffer, su amante y pronto su segunda esposa, y
con Gerald y Sara Murphy) y a Valencia, mientras que Dorothy Parker seguía en
París, sola después de romper con Collins. En esa ciudad pasó la mayor parte del
tiempo hasta noviembre, en que regresó a Nueva York. Volvió a Europa en 1929-1930,
estuvo con los Murphy en Francia y Suiza (véase Everybody Was So Young: Gerald and Sara Murphy, A Lost Generation Love
Story, de Amanda Vaill), pero no regresó a España hasta 1937 con su segundo
marido, Alan Campbell, para apoyar la causa de la República. Obviamente ,
tampoco pasó entonces por Pamplona, estuvo en Madrid (donde encontró a Hemingway
con Martha Gellhorn, su tercera esposa) y Valencia, donde tenía su sede el
Gobierno republicano.
En suma,
Dorothy Parker no visitó nunca los sanfermines, ni probablemente le hubieran
gustado nada.
Publicado en Diario de Noticias de 12 de julio de 2018
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