Pablo Ruiz Picasso, nacido en
Málaga en 1881, es el pintor español más famoso de todos los tiempos y uno de
los más importantes del siglo XX y de toda la historia del arte. Hijo de un
pintor y profesor de dibujo, mostró desde pequeño su aptitud y talento para la
pintura. Cuando tenía diez años su familia se trasladó a La Coruña , y con catorce años
a Barcelona, ciudad donde Picasso estudia en la Escuela de Bellas Artes,
en la cual su padre era profesor, e inicia su carrera artística. Tras varios
viajes a París, en 1904 se instala permanentemente en Montmartre y residirá ya
la mayor parte de su vida en Francia. Se integra en la floreciente vida
artística y bohemia de la capital francesa haciendo amistad con Breton, Apollinaire,
Gargallo, Derain, Diágilev, Cocteau, etc. Entabla estrecha relación con
Gertrude Stein, a la que retrata y que se convierte en su protectora. Se le
reconoce en esa época como el iniciador del cubismo, aunque a lo largo de su
vida cultivó muchos estilos y técnicas. A partir de la década de los veinte,
convertido ya en un artista famoso, lleva una vida menos bohemia y más familiar
(se casó dos veces y tuvo hijos con tres mujeres distintas), veranea en la Riviera y alterna con la
alta sociedad. Durante la
Guerra Civil Española Picasso apoyó activamente a la República y por encargo
suyo pintó el Guernica para la Exposición Universal
de París de 1937. Pasó la II
Guerra Mundial en París, su celebridad hizo que los alemanes
no le molestaran, y en 1944, tras la Liberación , ingresó en el Partido Comunista
francés. No pudo regresar nunca a España ya que murió en 1973, todavía bajo el
régimen franquista.
Picasso fue
aficionado a la tauromaquia, su primer óleo pintado a los ocho años tras asistir
a una corrida de toros fue El picador
amarillo, trató el tema muchas veces en sus dibujos, pinturas y cerámicas y
también ilustró varios libros. Pero yo no había oído jamás que hubiera visitado
Pamplona hasta la nota de prensa sobre “Recuperando a Hemingway”. Por supuesto,
no pudo hacerlo a partir de 1936, cultivó su afición en las plazas francesas de
Arles, Nîmes, etc., pero sus muchos biógrafos tampoco recogen ninguna visita anterior
a Pamplona. John Berger (Fama y soledad
de Picasso) dice que “entre 1904 y 1934, volvió media docena de veces, a
descansar o en excursiones pictóricas”, y luego no volvió más a España. Lo más
cerca que pudo estar fue en agosto de 1934, que visitó San Sebastián, Burgos,
Madrid y Barcelona y asistió a corridas de toros. Siempre hay alguna excepción,
Tony Castro (Looking for Hemingway:
Spain, the Bullfights, and a Final Rite of Passage, 2016) dice que Picasso
era buen amigo de Hemingway y que viajaron juntos a Pamplona en su primera
visita. Es un autor con escaso crédito; en los años noventa fue condenado por
inventar falsas historias y entrevistas para la prensa, lo que no le ha
impedido publicar como churros una buena cantidad de biografías de personajes
famosos. En el citado libro hay unos cuantos errores de bulto que saltan al ojo,
como situar a Pamplona “encerrada en la esquina nordeste de España”, afirmar
que Hemingway estuvo en los sanfermines de 1930 y de 1960 o que músicos de La
Pamplonesa acudieron a Málaga en 1959 para tocar jotas en el cumpleaños de
Hemingway.
Picasso no
mantuvo una amistad estrecha con Hemingway, aunque tuvieron amigos comunes (Gertrude
Stein, Gerald y Sara Murphy, Man Ray, etc.) y coincidieron en más de una
ocasión. La única relación lejana e indirecta de Picasso con los sanfermines es
la que se mencionaba en un panel de “Recuperando a Hemingway”, es el autor de la
litografía reproducida en la portada del libro de 1955 Guerre à la tristesse (Festival
in Pamplona en la edición inglesa), que recogía imágenes tomadas en los
sanfermines del año anterior por la fotógrafa austriaca (luego nacionalizada
norteamericana) Inge Morath y textos de la escritora francesa Dominique Aubier.
Ellas dos sí fueron visitantes reales de los sanfermines (Inge Morath regresó a
Pamplona en 1997 con su marido, el dramaturgo Arthur Miller, tuve oportunidad
de compartir con ellos el palco municipal de la plaza de toros). Picasso realizó
la litografía y se la obsequió a Morath por amistad; ella tenía colgado el
original en su casa de Connecticut, así lo cuenta Christopher Bigsby en Arthur Miller: 1962-2005. Hubiera estado
bien que Picasso no solo visitara los sanfermines, sino que también los
pintara, pero se trata de uno más de sus visitantes de leyenda.
Publicado en Diario de Noticias de 11 de julio de 2018
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