Cómo me hubiera podido imaginar, hace ahora 38 años, cuando comencé mi carrera profesional como abogado, que en mis últimos diez días de trabajo como funcionario iba a estar en casa, en teletrabajo a través de un ordenador, debido a una terrible pandemia. Por aquel entonces estaban a punto de irrumpir los ordenadores personales en nuestra vida, pero todavía el único ordenador que yo conocía era HAL 9000. Lo de la pandemia que nos obliga a todos a ir con mascarilla también me hubiera sonado a película de ciencia-ficción. Como era joven, ansiaba cambiar el mundo, pero no tenía ni idea de cuánto iba a cambiar en las siguientes décadas por su cuenta y no siempre en la buena dirección. Hablo de un pasado tan remoto que en España todavía gobernaba la UCD, aunque le quedaban pocas semanas para ser sustituido por el PSOE, liderado por un tal Felipe González que entonces parecía progresista. El mundo estaba en aquella época muy bien ordenado, todos sabían a qué atenerse según a qué lado del Muro de Berlín les hubiera tocado vivir. La guerra de Vietnam era pasado, la de las Malvinas ya había acabado, la de Afganistán apenas estaba en sus inicios y las del Golfo ni se intuían. Todavía no conocíamos palabras o expresiones que ahora utilizamos casi a diario; internet, coronavirus, güifi, e-mail, PCR, talibán, redes sociales, AVE, zapping, buzón de voz, web, brexit, erasmus, emoticón, influencer, milenial, vegano, descargar una copia pirata, avatar, community manager. Un walkman era una cosa supermoderna. Estaba permitido fumar en todas partes, hospitales incluidos. Solo había una empresa de televisión con dos canales, Mayra acababa de debutar como presentadora del Un, dos tres... y Chanquete había muerto ese año en Verano azul. Faltaban unos meses para que se formara un grupo llamado Presuntos Implicados y unos años para que cantaran Cómo hemos cambiado.
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