Todo nuevo partido político que empieza lo dice; vamos a empezar una nueva forma de hacer política. Muchos candidatos lo dicen también la primera vez que lo son. Incluso partidos antiguos lo dicen. A los electores parece que les suena bien, y se lo creen, porque no les suele gustar la forma de hacer política que conocen. Pero me temo que suele funcionar la magia de lo nuevo aunque no tenga contenido, igual que esos anuncios publicitarios que te venden "un nuevo concepto" de algo, aunque el concepto es el mismo y se trata simplemente de un nuevo producto más. Siempre pienso que es preferible que te vendan un nuevo producto mejor que el anterior, y que te lo digan así, pero que no pretendan entrar en disquisiciones metafísicas sin fundamento.
La política suele hacerse casi siempre de una forma muy parecida. O de formas muy parecidas. Lo que suele diferenciar a unos políticos de otros, o unos partidos de otros, no suele ser que la forma sea nueva o vieja, sino algunas otras cosas, como si es a favor de unos pocos o de la mayoría, si se hace para conservar o para cambiar, para concentrar o repartir el poder, etc. Pero casi todo está inventado desde hace siglos, como nos cuenta hoy John Carlin, por algo los clásicos son los clásicos. La democracia, la demagogia, la oligarquía, la dictadura, los partidos, los líderes, la participación, la corrupción, la mentira, la transparencia, casi todo está inventado desde hace siglos, desde los griegos o antes. Lo único realmente nuevo de los últimos años es internet; pero para hacer política lo usa todo el mundo y está dejando de ser tan nuevo. Los nuevos partidos suelen parecerse a los viejos en cuanto echan a andar. Me parece más inteligente, en lugar de valorar la novedad, preguntar qué es exactamente lo que se pretende hacer. Y qué intereses se van a defender.
La campaña en Navarra se ha metido en otras cuestiones igualmente metafísicas. Si Navarra debe seguir siendo Navarra, o si algunos quieren que Navarra deje de ser Navarra. Que no deja de ser una mínima actualización de aquel tautológico lema de Navarra es Navarra de Jaime Ignacio del Burgo. Que sigue siendo un clásico, aunque esté más o menos retirado de la política, no hay más que ver cómo otros inventos suyos, como la Disposición Transitoria Cuarta o el órgano común (consejo de cooperación vasco-navarro, lo llamó él), siguen estando en el "candelabro".
A mí, oyendo lo de que Navarra tiene que seguir siendo Navarra en boca de los navarrísimos, o sea, los más navarros, los que se creen los dueños de la finca y con potestad para dar certificados de navarridad, me suena a que para ellos Navarra es, esencialmente, seguir mandando ellos. Todo lo que no sea seguir mangoneando ellos no es Navarra, es la no Navarra, o la anti Navarra. En ese sentido, yo estoy deseando que Navarra deje de ser Navarra. A ver si alguna vez podemos gobernar los malos navarros, que ya es hora.
Hoy teníamos poca campaña, pero he estado glosando el debate televisivo de ayer a ocho en la tertulia de Navarra TV de hoy a la tarde.
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