Pasado el día de reflexión (me refiero al posterior a las
elecciones, para asentar un poco las conclusiones, el anterior aunque sea
llamado así no sirve para nada) aquí van unas pocas ideas sobre el resultado de
estas elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2015.
En España
Me alegra el retroceso del PP y del PSOE. Nos habíamos
acostumbrado a un sistema, de dudosa calidad democrática, donde la
responsabilidad política, la rendición de cuentas (accountability, dicen algunos en inglés), parecía ausente. Por fin
la ciudadanía empieza a pedir cuentas de los desastres de los últimos años
atribuibles, no en exclusiva pero sí principalmente, a estos dos partidos: los
efectos de la crisis económica, sobre todo el desempleo, un modelo de
crecimiento basado en la especulación y el derroche, el recorte de derechos, la
creciente desigualdad, la pobreza sistémica, la corrupción.
Me alegra la movilización del voto que se ha producido
para exigir cambios, me alegra el desplazamiento del electorado a la izquierda
después de las mayorías absolutas y absolutistas del PP. Me alegra que, aunque
el bipartidismo no haya desaparecido, haya entrado en crisis y de lugar a una
mayor pluralidad.
Me ilusiona el triunfo de las candidaturas de unidad
popular, ciudadana o de izquierdas, llámense como se quiera, empezando por
Barcelona y siguiendo por tantas otras localidades. Se demuestra su eficacia
para propiciar la movilización del voto y para desalojar a la derecha de los
gobiernos municipales. Lástima que no hayan sido posibles en todos y cada uno
de los municipios y comunidades autónomas. Exceso de protagonismo,
desconfianza, cortoplacismo, de unos o de otros, las han impedido en muchos
lugares. Pero ese es el camino de futuro y sigo apostando por él.
Me alegra infinito que Esperanza Aguirre haya perdido.
Solo que haya podido ser candidata es un síntoma de la escasa cultura
democrática que seguimos padeciendo en este país.
Me consuela algo que Izquierda Unida, la formación a la
que pertenezco, haya salvado los muebles en las elecciones municipales,
haciendo fracasar los vaticinios sobre nuestra desaparición que nos acompañan
desde el mismo momento en que nacimos. Me apena el retroceso en las elecciones
autonómicas, donde el sistema electoral, con circunscripciones provinciales (y
alguna práctica de gerrymandering
como la de Castilla-La Mancha) hace más complicada la supervivencia de las
minorías. Me entristece la debacle sufrida por IU en Madrid, sobre todo porque
es merecida. Hace años que vengo contemplando estupefacto como mis compañeros
de Madrid, municipio y comunidad, se dedican más al navajeo interno que a hacer
política. Lo sucedido en estas elecciones ha rizado el rizo. Tras la fuga de
los candidatos elegidos en primarias abiertas, que una parte de la organización
(desorganización es más preciso decir) apoye una candidatura ajena (Ahora
Madrid) ha sido el colmo. Que la mayor parte del electorado tradicional de IU
haya preferido votar a Manuela Carmena, normal. Y que ayer mismo no haya salido
nadie a asumir responsabilidades por el desastre y dimitir (procedería la
dimisión de todos los miembros de todos los órganos de IU de Madrid capital y
comunidad, para hacer borrón y cuenta nueva) un mal síntoma para el futuro
próximo. Como doloroso contraste, que IU haya podido obtener muy buenos
resultados en algunos ayuntamientos (véase Zamora, donde opta a la alcaldía) o
mantenerse en alguna comunidad (Asturias) indica que donde se hacen las cosas
bien, donde hay buenos candidatos que se lo trabajan, no solo durante la
campaña sino durante años, el entorno desfavorable que es el habitual para IU
se puede superar.
Quedan pocos meses para otras elecciones trascendentales,
las que deben elegir el Congreso de los Diputados y el Senado allá por noviembre.
El sistema electoral que rige en esos comicios potencia de forma mucho más
clara el bipartidismo y penaliza a los terceros o cuartos partidos de cada
provincia, además de primar el voto rural sobre el urbano, el voto conservador
sobre el progresista. Sería especialmente necesario empezar a trabajar también
por candidaturas de unidad popular, ciudadana o de izquierdas en cada
provincia, con la misión de desalojar al PP del Gobierno. En esas candidaturas
deberían participar, como mínimo, Podemos e IU. A la vista de los resultados de
las elecciones municipales y autonómicas (incluidas las andaluzas de hace unas
semanas) espero que en Podemos acepten que no pueden ellos solos, que no han
arrasado en las urnas sino que se han convertido en un partido más, con buenos
resultados pero uno más. Que hayan sustituido aquel impreciso objetivo de echar
a “la casta” por el de echar al PP, y que estén dispuestos a entrar en pactos
renunciando como único objetivo a ganar en solitario y por goleada, creo que es
una muestra de madurez y realismo. Espero que la experiencia adquirida les
lleve también a concluir en la necesidad de pactar de cara a las elecciones
generales para conformar candidaturas potentes con posibilidades de éxito en
todas las provincias.
En Navarra
Veinte años hemos tardado en poder leer el titular “UPN
pierde el Gobierno”. Como ese era uno de los objetivos de Izquierda-Ezkerra
(Izquierda Unida + Batzarre), junto con el de propiciar un gobierno de cambio
que promueva políticas de izquierdas, valoro muy positivamente el resultado.
Cierto que I-E ha retrocedido en el Parlamento de
Navarra, en lugar de los tres escaños de la legislatura anterior ha obtenido
solamente dos. Pero hay lugar para el consuelo. Son dos escaños que contribuyen
a la suma de 26 votos que hace la mayoría absoluta y que posibilita un acuerdo
de gobierno entre Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e I-E. Por otro lado, a nivel
municipal I-E ha conseguido buenos resultados, con tal marca o en candidaturas
conjuntas con otras fuerzas. A destacar el gran avance conseguido en Tudela que
va a permitir lograr la alcaldía. Y todo ello en una situación muy poco
favorable en la que mantenerse ya es un éxito.
En todo caso, considero que en política lo importante no
es obtener muchos votos para tener muchas poltronas que repartir. Los partidos
políticos no pueden ser una agencia de colocación ni una empresa que reparta
dividendos entre los socios, pese a que hay demasiados partidos que ofrecen esa
imagen. Lo importante es contribuir a que mejore la sociedad con propuestas,
con ideas, con valores. Creo que desde I-E estamos contribuyendo decisivamente
al cambio en Navarra y que algunas ideas que hace años defendíamos
prácticamente en solitario ahora van siendo patrimonio común. La idea de
pluralismo identitario, la necesidad de establecer un marco de convivencia para
las diversas identidades, aceptar Navarra como marco propio de decisión, la
necesidad de dar prioridad al programa social, a la construcción social sobre
cualquier construcción nacional…
Sobre esas ideas hemos de apostar en I-E para negociar un
acuerdo de gobierno con Geroa Bai, EH Bildu y Podemos. Creo que hay suficientes
cosas en común como para llegar a un programa de progreso y creo que es posible
pactar también las diferencias y aparcar aquello que nos divida. Creo que
después de muchos años de gobiernos de UPN, que ha gobernado para los suyos, no
se trata de dar la vuelta a la tortilla y gobernar para otros, para los
nuestros, sino de gobernar para todos. Aunque teniendo en cuenta que gobernar
para todos en igualdad no significa tratar de igual modo a quienes no están en
la misma situación. Debe haber una apuesta decidida a favor de los más
desfavorecidos, de las víctimas de la crisis y del sistema económico.
Si se logra llegar a un acuerdo programático, que como
hemos venido diciendo en campaña es nuestra única línea roja para pactar, creo
que I-E debe apostar también por formar parte del Gobierno de Navarra que se
constituya. Pienso que un apoyo desde fuera es menos eficaz, que el control desde
el Parlamento es demasiado poco efectivo, que hay que estar donde se toman las
decisiones. Aunque, quizás, sea menos cómodo y puede ser peligroso porque se
asumen responsabilidades. Pero en política no hay que estar por comodidad y
para evitar riesgos.
Y como parte del modo de hacer política que propugnamos,
la decisión sobre el acuerdo programático y, en su caso, sobre entrar en el
Gobierno de Navarra debería someterse a consulta vinculante de los afiliados de
IU y Batzarre y de los simpatizantes de I-E inscritos para el proceso de
primarias abiertas para configurar las candidaturas. Adoptar el método de
consulta ni sería novedad ni supondría copiar un invento ajeno. Hace ahora
justo veinte años, cuando fui elegido concejal de IU y entramos en el acuerdo
tripartito del Ayuntamiento de Pamplona con CDN y PSN, ya lo hicimos, sometimos
la decisión a la afiliación de Pamplona.