La afirmación de Pablo Casado de que el euskera no es lengua de Navarra y las viñetas de César Oroz recordando al rey Sancho el Sabio y lo de lingua navarrorum (aunque, en realidad, no fue el propio rey el que empleó la expresión, sino que aparece en un documento de 1167 escrito bajo su reinado y que incluye el nombre del monarca), me trae a la memoria otra fuente medieval que descubrí hace años y que también nombraba a la lengua vasca como lingua navarrorum. Lo reflejé en la nota 350 de la página 275 de mi libro El régimen lingüístico de la Comunidad Foral de Navarra, publicado en 2013. Pero como, parafraseando a Manuel Azaña, la mejor manera de esconder un secreto en España es poniéndolo en un libro, creo que nadie se ha enterado. Así que reitero aquí el hallazgo a ver si obtiene un poco más de difusión.
En los documentos del IV Concilio de Letrán celebrado en 1215 –si bien la fecha de redacción de las actas es dudosa- hay una referencia a la intervención del arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada, de origen navarro, nacido en Puente la Reina, y que hizo una demostración de sus facultades políglotas al hablar, además de en latín, para que todo el mundo le pudiera comprender en su lengua materna, en italiano, alemán, francés, inglés, vascuence y castellano: “Et in hac generali Synodo Rodericus, Archiepiscopus Toletanus, et Hispaniarum Primas, de licentia Pontificis proposuit verbum Dei, incipiens, et finiens in latino sermone; sed quia de diversis mundi partibus tam clerici, quam laici ibidem convenerant, ut omnibus satisfaceret, suas in praedicando pausationes et interpolationes faciendo, easdem auctotitates et rationes, propositas in latino, exposuit laicis et illitteratis in linguagiis maternis, videlicet Romanorum, Teutonicorum, Francorum, Anglorum, Navarrorum, et Hispanorum”; trascripción tomada de la edición de sus obras completas, PP. Toletanorum quotquot extant Opera: tomus tertius: Roderici Ximenii de Rada, Toletanae Ecclesiae Praesulis, opera praecipua complectens, imprenta de la viuda de Joaquín Ibarra, Madrid, 1793, p. 463.
Hay otra transcripción del texto, con algunas variantes, en Collectio Conciliorum Hispaniae, edición de García de Loaisa, imprenta de Pedro Madrigal, Madrid, 1593, página 288: "In hac
generali Synodo Rodericus Archiepiscopus Toletanus, et Hispaniarum Primas, de
facultate Pontificis, Latinè concionatus est. Sed quia ex diversis mũdi
provinciis, tam Cleri, quàm laici convenerant; ut omnibus satisfaceret,
rationes, et testimonia Latino sermone prolata, laicis et maternis linguis,
singulis exponebat, Romanis videlicet, Theutonicis, Francis, Anglis, Navarris, et
Hispanis".
Parece que el arzobispo tenía
como lengua materna el vascuence, según mantiene su biógrafo, Javier Gorosterratzu, Don Rodríguez Jiménez de Rada, gran estadista, escritor y prelado,
Viuda de T. Bescansa, Pamplona, 1925, pp. 30 y 160. En este contexto, la mención de una lingua navarrorum o navarris en contraposición al latín, al francés o al español ha de referirse a la lengua vasca.
Que en la Edad Media se identificaba a los navarros con el vascuence, y no con el romance, se deduce del hecho de que en 1492 Antonio de Nebrija, en la introducción de su Gramática de la lengua castellana, afirmara que sería útil para “no solamente los enemigos de nuestra fe, que tienen ya necesidad de saber el lenguaje castellano, mas los vizcaínos, navarros, franceses, italianos, y todos los otros que tienen algún trato y conversación en España y necesidad de nuestra lengua”.
Que en la Edad Media se identificaba a los navarros con el vascuence, y no con el romance, se deduce del hecho de que en 1492 Antonio de Nebrija, en la introducción de su Gramática de la lengua castellana, afirmara que sería útil para “no solamente los enemigos de nuestra fe, que tienen ya necesidad de saber el lenguaje castellano, mas los vizcaínos, navarros, franceses, italianos, y todos los otros que tienen algún trato y conversación en España y necesidad de nuestra lengua”.