Tuve ocasión de conversar, ahora hace tres años, con el recientemente fallecido Martin McGuinness, lider histórico del Sinn Féin y, entonces, viceprimer
ministro de Irlanda del Norte. Visitó Bilbao junto con Jonathan Powell, ex jefe de Gabinete de Tony
Blair, con el que compartió la función de mediador para, primero, lograr que ETA pusiese fin a su actividad terrorista (con Powell también coincidí circunstancialmente en la conferencia de Aiete de octubre de 2011, aunque entonces le acompañaba Gerry Adams, además de Kofi Annan, Bertie Ahern, Gro Harlem Brundtland o Pierre Joxe) y, en la fecha a la que me refiero, para que se produjera su desarme. Bajo los auspicios de Lokarri hicieron una ronda de contactos con las diversas fuerzas políticas vascas, incluyendo algunas de Navarra. Con otro compañero acudí en nombre de Izquierda-Ezkerra a hablar discretamente con ellos a un hotel de Bilbao.
El principal interés que tenían ambos era contar su experiencia en la pacificación de Irlanda del Norte, en cuanto pudiera servir de ejemplo para que culminase el proceso de pacificación en el País Vasco. Nos contaron cómo ellos dos habían sido enemigos, uno como miembro del gobierno británico y el otro como antiguo miembro del IRA y dirigente del Sinn Féin, y que cuando se conocieron tenían todos los motivos para odiarse. Sin embargo, a lo largo del proceso de diálogo en que participaron habían conseguido hacerse amigos y años más tarde trabajaban y viajaban juntos. Señalaban la importancia de sentarse a dialogar, incluso entre enemigos, o precisamente entre enemigos, por muy difícil que pareciera poder llegar a ningún acuerdo.
Finalmente, nos invitaron a considerar la idea de que se crease alguna mesa de diálogo entre las fuerzas políticas navarras para ayudar a culminar el proceso de pacificación. Yo tuve la impresión de que ambos conocían la situación política de la Comunidad Autónoma del País Vasco pero que desconocían todo en cuanto a la de Navarra. Les contamos que en la Comunidad Foral era simplemente imposible pensar en que pudieran siquiera sentarse a hablar UPN y PP con Bildu. Se quedaron bastante asombrados.
Tres años más tarde algo hemos mejorado en cuanto a que ETA está a punto de entregar las armas y que una parte importante de sus presos han asumido que han de someterse a la legalidad para obtener, de forma individual, los beneficios penitenciarios que procedan de cara a su reinserción social. Los años de terrorismo pertenecen definitivamente al pasado y, aunque las heridas abiertas tardarán en cicatrizar, poco a poco la convivencia se va normalizando.
Una cosa no ha cambiado. Fuera de las instituciones, sigue siendo imposible que UPN y PP se sienten con EH Bildu para nada. Hace pocas fechas no asistieron a un acto del Día Europeo de Recuerdo de las Víctimas del Terrorismo, según ha declarado una de sus dirigentes, simplemente por no coincidir en la misma foto que los miembros de EH Bildu.
Queda, pues, bastante camino por recorrer en la dirección que nos mostraban McGuinness y Powell.
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